Sin dudas, ...¡eres Padre!!..

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..y maravillosamente sorprendente, siempre eres NOVEDAD!!...SIN DUDA ERES PADRE!!...

viernes, 29 de abril de 2022

TRATADO de la verdadera devoción a MARÍA. #Montfort. Las más bellas frases!!!...




 

Queridos hermanos,

como bien sabemos el libro bestseller de san Luis María Grignion de Montfort, es el "Tratado de la verdadera devoción a María".

Es completamente sui generis en su conformación. Es decir, después de 130 años es dado a conocer al mundo. Y esto ya lo presagia el mismo Luis María.

Su contexto jansenista, de persecución religiosa en el cuál se desarrolló y se vió recrudecido por la revolución francesa, no eran ambientes propicios para la difusión de semejante "riqueza espiritual" y fue escondido...para luego ser hallado en la biblioteca de uno de los padres montfortianos.

Les recomiendo lean el Tratado, quedarán encantados...y vuestros corazones alabarán a Dios por tan grande regalo...

A continuación, las frases que más me han impactado...espero sea de mucho provecho espiritual y reflexión para cada uno de vosotros...



- FRASES -


  • Por medio de la Santísima Virgen vino Jesucristo al mundo y por medio de Ella debe también reinar en el mundo.
  • “Si quieres comprender a la Madre –dice un santo– trata de comprender al Hijo. Pues Ella es digna Madre de Dios”.
  • El corazón me ha dictado cuanto acabo de escribir con alegría particular para demostrar que la excelsa María ha permanecido hasta ahora desconocida y que ésta es una de las razones de que Jesucristo no sea todavía conocido como debe serlo.
  • Quien lo trajo al mundo la primera vez y lo hará resplandecer la segunda.
  • Por ello, cuanto más encuentra a María, su querida e indisoluble Esposa, en un alma, tanto más poderoso y dinámico se muestra para producir a Jesucristo en esa alma y a ésta en Jesucristo.
  • Dios Padre creó un depósito de todas las aguas y lo llamó mar. Creó un depósito de todas las gracias y lo llamó María.
  • María constituye su canal misterioso, su acueducto, por el cual hace pasar suave y abundantemente sus misericordias.
  • Y no se concede a los hombres ningún don celestial que no pase por sus manos virginales. Porque tal es la voluntad de Dios que quiere que todo lo tengamos por María.
  • Pero estoy hablando de modo especial a los humildes y sencillos.
  • La gracia perfecciona a la naturaleza, y la gloria, a la gracia.
  • María es infinitamente inferior a su Hijo, que es Dios.
  • Cuando leemos en san Bernardo, san Buenaventura, san Bernardino y otros, que en el cielo y en la tierra todo, inclusive el mismo Dios, está sometido a la Santísima Virgen, quieren decir que la autoridad que Dios le confirió es tan grande que parece como si tuviera el mismo poder de Dios y que sus plegarias y súplicas son tan poderosas ante Dios que valen como mandatos ante la divina Majestad.
  • Dios Padre quiere formarse hijos por medio de María hasta la consumación del mundo y le dice: Pon tu tienda en Jacob (Ecli. 24, 13).
  • Todos los verdaderos hijos de Dios y predestinados tienen a Dios por Padre y a María por Madre.
  • Es que el hereje y el réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen.
  • “Gracias mil a María: lo que poseo es obra y fruto suyo y sin Ella no lo tendría”.
  • San Agustín, excediéndose a sí mismo y a cuanto acabo de decir, afirma que todos los predestinados, para conformarse a la imagen del Hijo de Dios, están ocultos, mientras viven en este mundo, en el seno de la Santísima Virgen, donde esta Madre bondadosa los protege, alimenta, mantiene y hace crecer hasta que los da a luz para la gloria después de la muerte, que es, a decir verdad, el día de su nacimiento, como llama la Iglesia a la muerte de los justos.
  • "Reprodúcete, para ellos, en mis elegidos".
  • Tú eres, como siempre, mi Esposa fiel pura y fecunda. Tu fe me procure fieles; tu pureza me dé vírgenes; tu fecundidad, elegidos y templos.
  • Ella realizará también los mayores portentos de los últimos tiempos: la formación y educación de los grandes santos, que vivirán hasta el fin del mundo.
  • Una de las razones principales de que el Espíritu Santo no realice maravillas portentosas en las almas, es que no encuentra en ellas una unión suficientemente estrecha con su fiel e indisoluble Esposa.
  • Ella se ha mantenido siempre fiel y fecunda.
  • María es la Reina del cielo y de la tierra, por gracia, como Cristo es su Rey por naturaleza y por conquista.
  • El reino de la Virgen María está principalmente en el interior del hombre.
  • La devoción a la Santísima Virgen no debe, pues, confundirse con las devociones a los demás santos.
  • La devoción a la Santísima Virgen es necesaria para la salvación.
  • (María) San Juan Damasceno, es un arma de salvación que Dios ofrece a los que quiere salvar.
  • Si honrar a María Santísima es necesario a todos los hombres para alcanzar su salvación, lo es mucho más a los que son llamados a una perfección particular. 
  • Creo personalmente que nadie puede llegar a una íntima unión con el Señor y a una fidelidad perfecta al Espíritu Santo, sin una unión muy estrecha con la Santísima Virgen y una verdadera dependencia de su socorro.
  • Ya estaba llena de gracia cuando la saludó el arcángel san Gabriel.
  • Por ello, el Altísimo le ha constituido tesorera única de sus tesoros y única dispensadora de sus gracias para que embellezca, levante y enriquezca a quien Ella quiera.
  • Sólo a María ha entregado Dios las llaves que dan entrada a la intimidad del amor divino.
  • Sólo María permite la entrada en el paraíso terrestre a los pobres hijos de la Eva infiel para pasearse allí agradablemente con Dios, esconderse de sus enemigos con seguridad, alimentarse deliciosamente, sin temer ya a la muerte, del fruto de los árboles de la vida y de la ciencia del bien y del mal, y beber a boca llena las aguas celestiales de la hermosa fuente que allí mana en abundancia.
  • Estos grandes santos, llenos de gracia y dinamismo, serán escogidos por Dios para oponerse a sus enemigos, que bramarán por todas partes.
  • La Santísima Virgen, llamada precisamente por los Padres, Templo de Salomón y Ciudad de Dios.
  • Con sus palabras y ejemplos atraerán a todos a la verdadera devoción a María. Esto les granjeará muchos enemigos, pero también muchas victorias y gloria para Dios solo.
  • Esta ciudad a la que acudirán los hombres al fin del mundo para convertirse y saciar su hambre de justicia es la Santísima Virgen a quien el Espíritu Santo llama morada y ciudadela de Dios (cfr. Sal. 87, 3).
  • La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse.
  • San Dionisio Aeropagita escribe que cuando la vio, la hubiera tomado por una divinidad, a causa de sus secretos encantos e incomparable belleza, si la fe, en la que se hallaba bien cimentado, no le hubiera enseñado lo contrario.
  • Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos.
  • Ahora bien, no se puede hallar a María si no se la busca, ni buscarla si no se la conoce: pues no se busca ni desea lo que no se conoce. Es, por tanto, necesario que María sea mejor conocida que nunca, para mayor conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.
  • De hecho, suscitará en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho más que a los demás.
  • Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya, ésta te pisará la cabeza mientras tú te abalanzarás sobre su talón. (Gn. 3, 15).
  • Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin.
  • Que el diablo le teme no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino en cierto modo más que al mismo Dios.
  • La humildad de la Virgen lo humilla más que el poder divino.
  • Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó María con la humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, lo salvó María con la obediencia. Eva, al obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí y para todos sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor.
  • Dios puso enemistades, antipatías y odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y esclavos del diablo: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.
  • Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos de este mundo de pecado, ¡todo viene a ser lo mismo!, han perseguido siempre y perseguirán más que nunca de hoy en adelante a quienes pertenezcan a la Santísima Virgen.
  • Pero la humilde María triunfará siempre sobre aquel orgulloso y con victoria tan completa que llegará a aplastarle la cabeza, donde reside su orgullo. ¡María descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales, desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta el fin a sus servidores de aquellas garras mortíferas!
  • Humillados delante de todos, rebajados y oprimidos como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo. Pero, en cambio, serán ricos en gracias y carismas, que María les distribuirá con abundancia, grandes y elevados en santidad delante de Dios; superiores a cualquier otra criatura por su celo ardoroso.
  • Si los predestinados, con la gracia y luz del Espíritu Santo, entran y penetran en la práctica interior y perfecta de la devoción que voy a manifestarles en seguida...Llegarán a puerto seguro, a pesar de las tempestades y de los piratas.
  • Recurrirán en todo a Ella, como a su querida Abogada y Medianera ante Jesucristo.
  • María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto.
  • Llevarán en el corazón el fuego del amor, el incienso de la oración en el espíritu y en el cuerpo la mirra de la mortificación.
  • Serán nubes tronantes y volantes, en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo. Sin apegarse a nada ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la Palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra el pecado, lanzarán rayos contra el mundo del pecado, descargarán golpes contra el demonio y sus secuaces y con la espada de dos filos de la Palabra de Dios traspasarán a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo.
  • Dormirán sin oro ni plata y, lo que más cuenta, sin preocupaciones en medio de los demás sacerdotes, eclesiásticos y clérigos (Sal. 68, 14). Tendrán, sin embargo, las alas plateadas de la paloma, para volar con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y no dejarán en pos de sí en los lugares en donde prediquen sino el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda ley (cfr. Rom. 13, 10).
  • Por último, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo. Caminando sobre las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad evangélica, enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme al Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni hacer acepción de personas, sin dar oídos ni escuchar ni temer a ningún mortal por poderoso que sea.
  • Llevarán en la boca la espada de dos filos de la Palabra de Dios, sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz, en la mano derecha el crucifijo, el Rosario en la izquierda, los sagrados nombres de Jesús y María en el corazón y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.
  • El fin último de toda devoción debe ser Jesucristo, Salvador del mundo, verdadero Dios y verdadero hombre. De lo contrario, tendríamos una devoción falsa y engañosa.
  • Dios no nos ha dado otro fundamento de salvación, perfección y gloria, que Jesucristo. Todo edificio que no esté construido sobre esta roca firme, se apoya en arena movediza y tarde o temprano caerá infaliblemente.
  • Si la devoción a la Santísima Virgen apartase de Jesucristo, habría que rechazarla como ilusión diabólica.
  • Consideran el Rosario, el escapulario, como devociones propias de mujercillas e ignorantes, que poco importan para la salvación.
  • “Tú eres, oh Cristo, mi Padre santo, mi Dios misericordioso, mi rey poderoso, mi buen pastor, mi único maestro, mi mejor ayuda, mi amado hermosísimo, mi pan vivo, mi sacerdote por la eternidad, mi guía hacia la patria, mi luz verdadera, mi dulzura santa, mi camino recto, mi Sabiduría preclara, mi humilde simplicidad, mi concordia pacífica, mi protección total, mi rica heredad, mi salvación eterna...
  • ¡Cristo Jesús, Señor amabilísimo! ¿Por qué habré deseado durante la vida algo fuera de ti, mi Jesús y mi Dios? ¿Dónde me hallaba cuando no pensaba en ti? Anhelos todos de mi corazón, inflámense y desbórdense desde ahora hacia el Señor Jesús; corran, que mucho se han retrasado, apresúrense hacia la meta, busquen a quien buscan.
  • ¡Oh Jesús! ¡Anatema quien no te ame! ¡Rebose de amargura quien no te quiera! ¡Dulce Jesús, que todo buen corazón dispuesto a la alabanza, te ame, se deleite en ti, se admire ante ti!
  • ¡Dios de mi corazón! ¡Herencia mía, Cristo Jesús! ¡Desfallezca el latir de mi corazón! Vive, Señor, en mí; enciéndase en mi pecho la viva llama de tu amor, acrézcase en incendio; arda siempre en el altar de mi corazón, queme en mis entrañas, incendie lo íntimo de mi alma, y que en el día de mi muerte comparezca yo consumado en tu presencia. Amén”.
  • Para afirmar abiertamente que somos esclavos de Jesucristo, el Catecismo del Concilio de Trento se sirve de un término que no deja lugar a dudas, llamándolos mancipia Christi: esclavos de Cristo.
  • “Todo lo que conviene a Dios por naturaleza conviene a María por gracia”.
  • ¡Hacerte y llamarte esclavo de Jesucristo es hacerte y proclamarte esclavo de la Santísima Virgen! Porque Jesucristo es el fruto y gloria de María.
  • Nuestras mejores acciones quedan de ordinario manchadas e infectadas a causa de las malas inclinaciones que hay en nosotros.
  • Es, por tanto, de suma importancia para alcanzar la perfección, que sólo se adquiere por la unión con Jesucristo, liberarnos de lo malo que hay en nosotros.
  • Conocer bien, con la luz del Espíritu Santo, nuestras malas inclinaciones.
  • El pecado de nuestro primer padre nos perjudica a todos casi totalmente, nos dejó agriados, engreídos e infectados, como la levadura agria, levanta e infecta toda la masa en que se la pone.
  • Nuestros pecados actuales, mortales o veniales, aunque estén perdonados, han acrecentado la concupiscencia, debilidad, inconstancia y corrupción naturales y dejado huellas de maldad en nosotros.
  • Nuestros cuerpos se hallan tan corrompidos, que el Espíritu Santo los llama cuerpos de pecado.
  • Tenemos por herencia el orgullo y la ceguera y la inconstancia en el alma, la concupiscencia, las pasiones rebeldes y las enfermedades en el cuerpo. 
  • Somos, por naturaleza, más soberbios que los pavos reales, más apegados a la tierra que los sapos, más viles que los cabros, más envidiosos que las serpientes, más glotones que los cerdos, más coléricos que los tigres, más perezosos que las tortugas, más débiles que las cañas y más inconstantes que las veletas.
  • ¿Por qué maravillarnos de que el Señor haya dicho que quien quiera seguirle debe renunciarse a sí mismo y odiar su propia alma? 
  • ¿Y que el que ama su alma la perderá y quien la odia la salvará? (cfr. Jn. 12, 25). Esta infinita Sabiduría, que no da prescripciones sin motivo, no nos ordena el odio a nosotros mismos sino porque somos extremadamente dignos de odio: nada tan digno de amor como Dios, nada tan digno de odio como nosotros mismos.
  • Morir todos los días a nuestro egoísmo, es decir, renunciar a las operaciones de las potencias del alma y de los sentidos, ver como si no viéramos, oír como si no oyéramos, servirnos de las cosas de este mundo como si no nos sirviéramos de ellas (cfr. 1 Cor. 7, 30-31). Es lo que san Pablo llama morir cada día (1 Cor. 15, 31). Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo y no produce fruto (Jn. 12, 24). 
  • Si no morimos a nosotros mismos y si nuestras devociones no nos llevan a esta muerte necesaria y fecunda, no produciremos frutos que valga la pena y nuestras devociones serán inútiles; todas nuestras obras de virtud quedarán manchadas por el egoísmo y la voluntad propia.
  • Escoger entre las devociones a la Santísima Virgen la que nos lleve más perfectamente a dicha muerte al egoísmo.
  • La acción maternal de María facilita el encuentro personal con Cristo.
  • Es más perfecto, porque es más humilde, no acercarnos a Dios por nosotros mismos, sin acudir a un mediador.
  • Jesucristo es nuestro abogado y mediador de Redención ante el Padre. 
  • (María) No es el sol que con la viveza de sus rayos podría deslumbrarnos a causa de nuestra debilidad. Es hermosa y apacible como la luna que recibe la luz del sol para acomodarla a la debilidad de nuestra vista.
  • María es tan caritativa que no rechaza a ninguno de los que imploran su intercesión, por más pecador que sea, pues, como dicen los santos, jamás se ha oído decir que alguien haya acudido confiada y perseverantemente a Ella y haya sido rechazado.
  • Los demonios, ladrones muy astutos, quieren sorprendernos de improviso para robarnos. Espían día y noche el momento favorable para ello. Nos rodean incesantemente para devorarnos y arrebatarnos en un momento, por un solo pecado, todas las gracias y méritos logrados en muchos años. Su malicia, su pericia, su astucia y número deben hacernos temer infinitamente esta desgracia. Ya que personas más llenas de gracias, más ricas en virtudes, más experimentadas y elevadas en santidad que nosotros, han sido sorprendidas, robadas y saqueadas lastimosamente. ¡Ah! ¡Cuántos cedros del Líbano y estrellas del firmamento cayeron miserablemente y perdieron en poco tiempo su elevación y claridad!
  • Y, ¿cuál es la causa? No fue la falta de gracia. Que Dios a nadie la niega. Sino, ¡falta de humildad! 
  • Es difícil perseverar en gracia, a causa de la espantosa corrupción del mundo.
  • Sólo la Virgen fiel, contra quien nada pudo la serpiente, hace este milagro en favor de aquellos que la sirven lo mejor que pueden.
  • Como un falsificador de moneda no falsifica ordinariamente sino el oro y la plata muy rara vez los otros metales, porque no valen la pena, así el espíritu maligno no falsifica las otras devociones tanto como las de Jesús y María, la devoción a la Santísima Comunión y la devoción a la Virgen, porque son entre las devociones, lo que el oro y la plata entre los metales.
  • Los devotos críticos son, por lo común, sabios orgullosos, engreídos y pagados de sí mismos.
  • Esta clase de falsos devotos y gente orgullosa y mundana es mucho de temer: hace un daño incalculable a la devoción a la Santísima Virgen, alejando de Ella definitivamente a los pueblos so pretexto de desterrar abusos.
  • Los devotos escrupulosos son personas que temen deshonrar al Hijo al honrar a la Madre.
  • Los devotos exteriores son personas que cifran toda su devoción a María en prácticas externas. Sólo gustan de lo exterior de esta devoción, porque carecen de espíritu interior. rezan muchos Rosarios, pero atropelladamente. Participan en muchas Misas, pero sin atención. Se inscriben en todas las cofradías marianas, pero sin enmendar su vida, sin vencer sus pasiones, ni imitar las virtudes de la Santísima Virgen.
  • Los devotos presuntuosos son pecadores aletargados en sus pasiones o amigos de lo mundano.
  • Cuando se les dice que su devoción no es sino ilusión diabólica y perniciosa presunción, capaz de llevarlos a la ruina, se resisten a creerlo. Responden que Dios es bondad y misericordia; que no todo es pecado, aunque esto sería lo más deseable. 
  • Mantenerse sinceramente resuelto a evitar, por lo menos, todo pecado mortal, que ultraja tanto a la Madre como al Hijo.
  • Violentarse para evitar el pecado.
  • Inscribirse en las cofradías, rezar los cinco o quince misterios del Rosario u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.
  • Los devotos inconstantes son los que honrar a la Santísima Virgen a intervalos y como a saltos. Ahora fervorosos, ahora tibios... En un momento parecen dispuestos a emprenderlo todo por su servicio, poco después ya no son los mismos. Abrazan de momento todas las devociones a la Santísima Virgen y se inscriben en todas las cofradías, pero luego no cumplen sus normas con fidelidad. Cambian como la luna. Y María los coloca debajo de sus pies junto a la medialuna, porque son volubles e indignos de ser contados entre los servidores de esta Virgen fiel, que se distingue por la fidelidad y la constancia.
  • Los devotos hipócritas. Encubren sus pecados y costumbres pecaminosas bajo el manto de esta Virgen fiel, a fin de pasar a los ojos de los demás por lo que no son.
  • Los devotos interesados. Son aquellos que sólo acuden a María para ganar algún pleito, evitar un peligro, curar de una enfermedad o por necesidades semejantes... sin las cuales no se acordarían de Ella.
  • La verdadera devoción es : interior, tierna, santa, constante, desinteresada.
  • La verdadera devoción a la Santísima Virgen es interior. Es decir, procede del espíritu y del corazón, de la estima que se tiene de Ella, de la alta idea que nos hemos formado de sus grandezas y del amor que le tenemos.
  • Es tierna, vale decir, llena de confianza en la Santísima Virgen, como la confianza del niño en su madre.
  • En todas las dificultades materiales y espirituales, María es tu recurso ordinario, sin temor de importunar a tu bondadosa Madre ni desagradar a Jesucristo.
  • Es santa. Es decir, te lleva a evitar el pecado e imitar las virtudes de la Santísima Virgen y, en particular, su humildad profunda, su fe viva, su obediencia ciega, su oración continua, su mortificación universal, su pureza divina, su caridad ardiente, su paciencia heroica, su dulzura angelical y su sabiduría divina. Éstas son las diez principales virtudes de la Santísima Virgen.
  • Es constante. Te consolida en el bien y hace que no abandones fácilmente las prácticas de devoción. Te anima para que puedas oponerte a lo mundano y sus costumbres y máximas; a lo carnal y sus molestias y pasiones; al diablo y sus tentaciones. De suerte que si eres verdaderamente devoto de María, huirán de ti la veleidad, la melancolía, los escrúpulos y la cobardía. 
  • Es desinteresada. Es decir, te inspirará no buscarte a ti mismo, sino sólo a Dios es su Santísima Madre. El verdadero devoto de María no sirve a el tiempo. Cuanto digo responde al propósito que tengo de hacer de ti un verdadero devoto de María y un auténtico discípulo de Jesucristo.
  • ¡Oh! ¡Qué bien pagado quedaría mi esfuerzo, si este humilde escrito cae en manos de una persona bien dispuesta, nacida de Dios y de María y no de la sangre ni de la carne ni de la voluntad de varón (Jn. 1, 13).
  • Preveo claramente que muchas bestias rugientes llegan furiosas a destrozar con sus diabólicos dientes este humilde escrito y a aquel de quien el Espíritu Santo se ha servido para redactarlo o sepultar, al menos, estas líneas en las tinieblas o en el silencio de un cofre a fin de que no sea publicado. Atacarán, incluso, a quienes lo lean y pongan en práctica. Pero, ¡qué importa! ¡Tanto mejor! Esta perspectiva me anima y hace esperar un gran éxito, es decir, la formación de un escuadrón de aguerridos y valientes soldados de Jesús y de María, de uno y otro sexo, que combatirán al mundo, al demonio y a la naturaleza corrompida, en los tiempos, como nunca peligrosos, que van a llegar. ¡Que el lector comprenda! (cfr. Mt. 24, 15).¡Entiéndalo el que pueda! (cfr. Mt. 19,12).
  • Honrarla como a digna Madre de Dios, con un culto de hiperdulía, es decir, estimarla y venerarla más que a todos los otros santos, por ser Ella la obra maestra de la gracia y la primera después de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
  • Catorce Padrenuestros y Avemarías en honor de sus catorce alegrías u otras oraciones, himnos y cánticos de la Iglesia, como la Salve; Madre del Redentor; Salve, Reina de los cielos, según los tiempos litúrgicos; el himno Salve, de mares Estrella, la antífona Oh gloriosa Señora, el Magníficat, u otras piadosas plegarias de que están llenos los Devocionarios.
  • Cantar y hacer cantar en su honor cánticos espirituales.
  • Hacer en su honor cierto número de genuflexiones o reverencias, diciéndole, por ejemplo, todas las mañanas sesenta o cien veces: Dios te salve, María, Virgen fiel, para alcanzar de Dios, por mediación suya, la fidelidad a la gracia durante todo el día; y por la noche: Dios te salve, María, Madre de misericordia, para implorar de Dios, por medio de Ella, el perdón de los pecados cometidos durante el día.
  • Mostrar interés por sus cofradías, adornar sus altares, coronar y embellecer sus imágenes.
  • Organizar procesiones y llevar en ellas sus imágenes y llevar una consigo, como arma poderosa contra el demonio.
  • Hacer pintar o grabar sus imágenes o su monograma y colocarlas en las iglesias, las casas o los dinteles de las puertas y entrada de las ciudades, de las iglesias o de las casas.
  • Consagrarse a Ella en forma especial y solemne.
  • Existen muchas otras formas de verdadera devoción a María, inspiradas por el Espíritu Santo a las personas santas y que son muy eficaces para la santificación. Pueden leerse, en extenso, en El Paraíso abierto a Filagia, compuesto por el P. Pablo Barry, sj, quien ha recopilado en esta obra gran número de devociones practicadas por los santos en honor de la Santísima Virgen, siempre que se hagan con las debidas disposiciones, es decir: 1º) Con la buena y recta intención de agradar a Dios solo, unirse a Jesucristo, nuestra meta final y edificar al prójimo. 2º) Con atención, sin distracciones voluntarias. 3º) Con devoción, sin precipitación ni negligencia. 4º) Con modestia y compostura corporal respetuosa y edificante.
  • La plenitud de nuestra perfección consiste en ser conformes, vivir unidos y consagrados a Jesucristo. 
  • Por consiguiente, la más perfecta de todas las devociones, es sin duda alguna, la que nos conforma, une y con la mismísima Madre. Y cuanto más te consagras a María, tanto más te unirás a Jesucristo.
  • La perfecta consagración a Jesucristo es por lo mismo, una perfecta y total consagración de sí mismo a la Santísima Virgen. Ésta es la devoción que yo enseño y que consiste, en otras palabras, en una perfecta renovación de los votos y promesas bautismales.
  • Consiste, pues, esta devoción en una entrega total a la Santísima Virgen, para pertenecer, por medio de Ella, totalmente a Jesucristo.
  • Hay que entregarle: 1º) El cuerpo con todos sus sentidos y miembros. 2º) El alma con todas sus facultades. 3º) Los bienes exteriores, llamados de fortuna, presentes y futuros. 4º) Los bienes interiores y espirituales, o sea, los méritos, virtudes y buenas obras pasadas, presentes y futuras.
  • Una persona que se consagra y entrega voluntariamente a Jesucristo por medio de María, no puede ya disponer del valor de ninguna de sus buenas obras: todo lo bueno que padece, piensa, dice y hace pertenece a María quien puede disponer de ello, según la voluntad y mayor gloria de su Hijo.
  • Es precisamente lo que hacemos por la presente devoción: renunciar –la fórmula de consagración lo dice expresamente– al demonio, al mundo, al pecado y a nosotros mismos y consagrarnos totalmente a Jesucristo por manos de María. Pero hacemos aún algo más: en el Bautismo hablamos ordinariamente por boca de otros, y nos consagramos a Jesucristo por procurador. Mientras que en esta devoción nos consagramos por nosotros mismos, voluntariamente y con conocimiento de causa.
  • En el Bautismo no nos consagramos explícitamente por manos de María ni entregamos a Jesucristo el valor de nuestras buenas acciones. Y, después de él, quedamos completamente libres para aplicar dicho valor a quien queramos o conservarlo para nosotros. Por esta devoción, en cambio, nos consagramos expresamente al Señor por manos de María y le entregamos el valor de todas nuestras buenas acciones.
  • Los hombres hacen voto en el Bautismo, dice santo Tomás, de renunciar al diablo y a sus pompas... Y este voto, había dicho san Agustín, es el mayor y más indispensable. Lo mismo afirman los canonistas: “El voto principal es el que hacemos en el Bautismo”. Sin embargo, ¿quién cumple este voto tan importante? ¿Quién observa con fidelidad las promesas del santo Bautismo? ¿No traicionan casi todos los cristianos la fe prometida a Jesucristo en el Bautismo? ¿De dónde proviene este desconcierto universal? ¿No es acaso del olvido en que se vive de las promesas y compromisos del santo Bautismo y de que casi nadie ratifica por sí mismo el contrato de alianza hecho con Dios por sus padrinos?
  • Es tan cierto esto, que el Concilio de Sens, convocado por orden de Ludovico Pío para poner remedio a los desórdenes de los cristianos, juzgó que la causa principal de tanta corrupción de las costumbres provenía del olvido e ignorancia en que vivían las gentes acerca de los compromisos del santo Bautismo; y no encontró remedio más eficaz para combatir tamaño mal que excitar a los cristianos a renovar las promesas y votos bautismales.
  • El Catecismo del Concilio de Trento, fiel intérprete de las intenciones de este santo Concilio, exhorta a los párrocos a hacer lo mismo y a acostumbrar al pueblo fiel a recordar y creer que los cristianos han sido ofrecidos y consagrados a Jesucristo, Señor y Redentor nuestro. Éstas son sus palabras: “El párroco exhortará al pueblo fiel en forma de hacerle comprender que nosotros, más que cualquier otro hombre, debemos ofrecernos y consagrarnos eternamente como esclavos a nuestro Señor y Redentor” (parte 1, c. 3).
  • Ahora bien, si los Concilios, los Padres y la misma experiencia nos demuestran que el mejor remedio contra los desórdenes de los cristianos es hacerles recordar las obligaciones del Bautismo y renovar las promesas que en él hicieron, ¿no será acaso razonable hacerlo ahora de manera perfecta por esta devoción y consagración al Señor por medio de su Santísima Madre? Digo de manera perfecta, porque para consagrarnos a Jesucristo, utilizamos el más perfecto de todos los medios, que es la Santísima Virgen.
  • No se puede objetar que esta devoción es nueva o sin importancia.
  • No es nueva: los Concilios, los Padres y mucho autores antiguos y modernos hablan de dicha consagración a Jesucristo o renovación de las promesas del Bautismo, como de una práctica antigua.
  • Esta devoción nos consagra totalmente al servicio de Dios.
  • Nos manifiesta la excelencia de la consagración de sí mismo a Jesucristo por manos de María.
  • No se puede concebir ocupación más noble en este mundo que la de servir a Dios. El último de los servidores de Dios es más noble y poderoso que los reyes y emperadores, si éstos no sirven a Dios. ¿Cuál no será entonces, la riqueza, poder y dignidad del auténtico y perfecto servidor de Dios, que se consagra enteramente, sin reserva y cuanto le es posible a su servicio?
  • Tal viene a ser, en efecto, el esclavo fiel y amoroso de Jesús en María, consagrado totalmente por manos de la Santísima Virgen a este Rey de reyes, sin reservarse nada para sí mismo. Ni todo el oro del mundo ni las bellezas del cielo alcanzan para pagarlo.
  • Esta devoción, en cambio, exige entregar a Jesús y a María todos los pensamientos, palabras, acciones y sufrimientos y todos los momentos de la vida. De quien ha optado por ella se podrá, pues, decir con toda verdad que cuanto hace –vele o duerma, coma o beba, realice acciones importantes u ordinarias– heroico y desinteresado de entregarle, por manos de su Santísima Madre, todo el valor de las buenas acciones.
  • Jesús, nuestro mejor amigo, se entregó a nosotros sin reserva, en cuerpo y alma, con sus virtudes, gracias y méritos: Me ganó totalmente, entregándose todo, dice san Bernardo. ¿No será, pues, un deber de justicia y gratitud darle todo lo que podemos? Él fue primero en mostrarse generoso con nosotros: seámoslo con Él, lo exige la gratitud, y Él se manifestará aún más generoso durante nuestra vida, en la muerte y por la eternidad: Eres generoso con el generoso (cfr. Sal. 17, 26).
  • (Jesús) Ni quiso venir al mundo a la edad del varón perfecto, independiente de los demás, sino como niño pequeño y débil, necesitado de los cuidados y asistencia de una Madre.
  • ...Durante treinta años. Y durante este tiempo de sumisión y dependencia glorificó más al Padre que si hubiera empleado esos años en hacer milagros, predicar por toda la tierra y convertir a todos los hombres. Y si hubiera creído esto lo más perfecto, ciertamente lo habría realizado. ¡Oh! ¡Cuán altamente glorifica a Dios quien, a ejemplo de Jesucristo, se somete a María!
  • El Padre no dio ni da a su Hijo sino por medio de María, no se forma hijos adoptivos ni comunica sus gracias sino por Ella.
  • Dos hijos tiene María: un Hombre–Dios y un hombre–hombre. Del primero es madre corporal; del segundo, madre espiritual (Conrado de Sajonia).
  • La voluntad de Dios es que todo lo tengamos en María. Debemos reconocer que la esperanza, gracia y dones que tenemos dimanan de Ella (San Bernardo).
  • Ella distribuye todos los dones y virtudes del Espíritu Santo a quienes quiere, cuando quiere, como quiere y en la medida que Ella quiere (San Bernardino).
  • Dios lo entregó todo a María, para que lo recibieras por medio de Ella, pues tú eras indigno de recibirlo directamente de Él (San Bernardo).
  • Viendo Dios que somos indignos de recibir sus gracias inmediatamente de su mano, dice san Bernardo, las da a María, para que de Ella recibamos cuanto nos quiere dar. Añadamos que Dios cifra su gloria en recibir de manos de María el tributo de gratitud, respeto y amor que le debemos por sus beneficios.
  • Es, pues, muy justo imitar esta conducta de Dios, para que, añade el mismo san Bernardo, la gracia vuelva a su autor por el mismo canal por donde vino a nosotros.
  • Esta práctica constituye, además, un ejercicio de profunda humildad, virtud que Dios prefiere a todas las otras. Quien se ensalza rebaja a Dios; quien se humilla lo glorifica. Dios resiste a los orgullosos y concede sus favores a los humildes (Sant. 4, 6).
  • María se da a su esclavo.
  • La Santísima Virgen es Madre de dulzura y misericordia y jamás se deja vencer en amor y generosidad. 
  • Viendo que te has entregado totalmente a Ella para honrarla y servirla y te has despojado de cuanto más amas para adornarla, se entrega también plena y totalmente a ti. 
  • Hace que te abismes en el piélago de sus gracias, te adorna con sus méritos, te apoya con su poder, te ilumina con su luz, te inflama con su amor, te comunica sus virtudes: su humildad, su fe, su pureza, etc., se constituye en tu fiadora, tu suplemento y tu todo ante Jesús. 
  • Por último, dado que como consagrado perteneces totalmente a María, también Ella te pertenece en plenitud. De suerte que, en cuanto perfecto servidor e hijo de María, puedes repetir lo que dijo de sí mismo el Evangelista san Juan: El discípulo se la llevó a su casa (Jn. 19, 27).
  • Este comportamiento observado con fidelidad produce en tu alma gran desconfianza, desprecio y aborrecimiento de ti mismo y, a la vez, inmensa confianza y total entrega en manos de la Santísima Virgen, tu bondadosa Señora.
  • Como consagrado a Ella no te apoyarás ya en tus propias disposiciones, intenciones, méritos y buenas obras. En efecto, lo has sacrificado todo a Jesucristo por medio de su Madre bondadosa. Por ello, ya no te queda otro tesoro, y éste ya no es tuyo, en donde estén todos tus bienes que María.
  • ¡Oh! ¡Qué poderosos y fuertes somos ante Jesucristo cuando estamos armados con los méritos e intercesión de la digna Madre de Dios, quien, según palabras de san Agustín, venció amorosamente al Todopoderoso!
  • María purifica nuestras buenas obras, las embellece y hace aceptables a su Hijo divino.
  • Por esta devoción entregamos al Señor, por manos de su Madre Santísima, todas nuestras buenas obras. Esta bondadosa Madre las purifica, embellece, presenta a Jesucristo y hace que su Hijo las acepte.
  • Las purifica de toda mancha de egoísmo y del apego aún imperceptible que se desliza insensiblemente en las mejores acciones. Tan pronto como llegan a sus manos purísimas y fecundas, esas manos, jamás estériles ni ociosas y que purifican todo cuanto tocan, limpian en lo que le ofrecemos todo lo que tenga de impuro o imperfecto.
  • Las embellece, adornándolas con sus méritos y virtudes. Pensemos en un labrador cuya única riqueza fuera una manzana y deseara granjearse la simpatía y benevolencia del rey. ¿Qué haría? Acudir a la Reina y presentarle la manzana para que ella la ofrezca al Soberano. La Reina acepta el modesto regalo, coloca la manzana en una grande y hermosa bandeja de oro y la presenta al Rey en nombre del labrador. En esta forma, la manzana de suyo indigna de ser presentada al Soberano, se convierte en un obsequio digno de su Majestad, gracias a la bandeja de oro y a la persona que la entrega.
  • María presenta esas buenas obras a Jesucristo, no reserva para sí nada de lo que se le ofrece: todo lo presenta fielmente a Jesucristo. Si le entregas algo, necesariamente lo entregas a Jesucristo. Si la alabas, necesariamente alabas y glorificas al Señor. Si la ensalzas y bendices, Ella, como cuando santa Isabel la alabó, entona su cántico: ¡Proclama mi alma al Señor! (Lc. 1, 46).
  • Por insignificante y pobre que sea para Jesucristo, Rey de reyes y Santo de los santos, el don que le presentas, María hace que Él acepte tus buenas obras. Pero quien, por su cuenta y apoyado en su propia industria y habilidad, lleva algo a Jesucristo, debe recordar que Él examina el obsequio y, muchas veces, lo rechaza por hallarlo manchado de egoísmo, lo mismo que en otro tiempo rechazó los sacrificios de los judíos por estar llenos de voluntad propia.
  • Basta que María lo presente para que Jesús lo acepte y se complazca en el obsequio. El gran consejo que san Bernardo daba a aquellos que dirigía a la perfección era éste: Si quieres ofrecer algo a Dios, procura presentarlo por las manos agradabilísimas y dignísimas de María, si no quieres ser rechazado.
  • Pero los otros santos, que son la mayoría, aunque hayan tenido todos devoción a la Santísima Virgen, no han entrado o sólo muy poco en este camino. Es por ello que tuvieron que pasar por las pruebas más rudas y peligrosas.
  • ¿De dónde procederá entonces, me preguntará algún fiel servidor de María, que los fieles servidores de esta bondadosa Madre encuentran tantas ocasiones de padecer y aún más que aquellos que no le son tan devotos? Los contradicen, persiguen, calumnian y no los pueden tolerar... o caminan entre tinieblas interiores o por desiertos donde no se da la menor gota de rocío del cielo. Si esta devoción a la Santísima Virgen facilita el camino para llegar a Jesucristo, ¿por qué son sus devotos los más crucificados?
  • Le respondo que ciertamente, siendo los más fieles servidores de la Santísima Virgen sus preferidos, reciben de Ella los más grandes favores y gracias del cielo, que son las cruces.
  •  Pero sostengo que los servidores de María llevan estas cruces con mayor facilidad, mérito y gloria y que lo que mil veces detendría a otros o los haría caer, a ellos no los detiene nunca sino que los hace avanzar, porque esta bondadosa Madre, plenamente llena de gracia y unión del Espíritu Santo, endulza todas las cruces que les prepara con el azúcar de su dulzura maternal y con la unción del amor puro, de modo que ellos las comen alegremente como nueces confitadas aunque de por sí sean muy amargas.
  • Esta devoción a la Santísima Virgen es camino corto para encontrar a Jesucristo. Sea porque en él nadie se extravía, sea porque, como acabo de decir, se avanza por él con mayor gusto y facilidad y, por consiguiente, con mayor rapidez.
  • Se adelanta más en poco tiempo de sumisión y obediencia a María que en años enteros de hacer nuestra propia voluntad y apoyarnos en nosotros mismos. 
  • Porque el hombre obediente y sumiso a María cantará victorias señaladas sobre todos sus enemigos (cfr. Prov. 21, 28).
  • Largo tiempo vivió Jesucristo porque vivió en sumisión y unión a su Santísima Madre por obediencia al Padre.
  • 1º) El que honra a su madre, dice el Espíritu Santo, es como el que atesora (Ecli. 3, 5), es decir, el que honra a María hasta someterse a Ella y obedecerla en todo, pronto se hará muy rico, pues cada día acumula riquezas por el secreto de esta piedra filosofal.
  • 2º) Según una interpretación espiritual de las siguientes palabras del Espíritu Santo: Mi vejez se encuentra en la misericordia del seno (cfr. Sal. 92, 11), en el seno de María, la que rodeó y engendró a un varón perfecto (cfr. Jer. 31, 22) y pudo contener a Aquel a quien no puede abrazar ni contener todo el universo, los jóvenes se convierten en ancianos por la experiencia, luz, santidad y sabiduría y llegan en pocos años a la plenitud de la edad en Jesucristo (cfr. Ef. 4, 13).
  • Esta devoción a la Santísima Virgen es camino perfecto para ir a Jesucristo y unirse con Él.
  •  Porque María es la más perfecta y santa de las puras criaturas y Jesucristo que ha venido a nosotros de la manera más perfecta, no tomó otro camino para viaje tan grande y admirable que María.
  • El Altísimo, el Incomprensible, el Inaccesible y el que es ha querido venir a nosotros, gusanillos de la tierra y que no somos nada. ¿Cómo sucedió esto?
  • El Altísimo descendió de manera perfecta y divina hasta nosotros por medio de la humilde María, sin perder nada de su divinidad ni santidad. Del mismo modo, deben subir los pequeñuelos hasta el Altísimo perfecta y divinamente y sin temor alguno, a través de María.
  • El Incomprensible se dejó abarcar y contener perfectamente por la humilde María, sin perder nada de su inmensidad. Del mismo modo, debemos dejarnos contener y conducir perfectamente y sin reservas por María.
  • El Inaccesible se acercó y unió estrecha, perfecta y aun personalmente a nuestra humanidad por María, sin perder nada de su majestad. 
  • Del mismo modo, por María, debemos acercarnos a Dios y unirnos a su majestad, perfecta e íntimamente, sin temor de ser rechazados.
  • Y si mi amable Jesús viene otra vez al mundo para reinar en él, como sucederá ciertamente, no escogerá para su viaje otro camino que el de María, por quien vino la primera vez con tanta seguridad y perfección. 
  • La diferencia entre una y otra venida es que la primera fue secreta y escondida, mientras que la segunda será gloriosa y fulgurante. Pero ambas son perfectas, porque ambas se realizan por María. ¡Ay! ¡Éste es un misterio que aún no se comprende!¡Enmudezca aquí toda lengua!
  • San Odilón, abad de Cluny, que vivió hacia el año 1040, fue uno de los primeros en practicarla en Francia, como se consigna en su biografía.
  • El cardenal san Pedro Damiano relata que en el año 1076 su hermano, el beato Marín, se hizo esclavo de la Santísima Virgen, en presencia de su director espiritual y en forma muy edificante: echóse una cuerda al cuello, tomó una disciplina y colocó en el altar una suma de dinero como señal de vasallaje y o, se dedicó con el beato Simón Rojas, íntimo amigo suyo, a extender la palabra y por escrito esta devoción en España y Alemania. Escribió un grueso volumen, titulado De Hierarchia Mariana, en él trata con tanta piedad como erudición de la antigüedad, excelencia y solidez de esta devoción.
  • Los Padres Teatinos propagaron esta devoción en Italia, Sicilia y Saboya, durante el último siglo.
  • El R. P. Estanislao Falacio, sj, la dio a conocer maravillosamente en Polonia.
  • Una de las razones que explican por qué son tan pocas las almas que llegan a la madurez en Jesucristo es que María, que ahora como siempre es la Madre de Cristo y la Esposa fecunda del Espíritu Santo, no está bastante formada en los corazones. Quien desee tener el fruto maduro y bien formado, debe tener el árbol que lo produce. Quien desee tener el fruto de vida, Jesucristo, debe tener el árbol de la vida, que es María. Quien desee tener en sí la operación del Espíritu Santo, debe tener a su Esposa fiel e inseparable, la excelsa María, que le hace fértil y fecundo, como hemos dicho antes.
  • Donde está María no puede estar el espíritu maligno. Precisamente una de las señales de que somos gobernados por el buen espíritu es el ser muy devotos de la Santísima Virgen, pensar y hablar frecuentemente de Ella. 
  • Así piensa san Germán, quien añade que así como la respiración es señal cierta de que el cuerpo no está muerto, del mismo modo el pensar con frecuencia en María e invocarla amorosamente es señal cierta de que el alma no está muerta por el pecado.
  • Siendo así que, según dicen la Iglesia y el Espíritu Santo que la dirige, María sola ha dado muerte a todas las herejías, por más que los críticos murmuren: jamás un fiel devoto de María caerá en herejía o ilusión, al menos formales.
  •  Podrá, tal vez, aunque más difícilmente que los otros, errar materialmente, tomar la mentira por verdad y el mal espíritu por bueno..., pero, tarde o temprano, conocerá su falta y error material..
  • Esta devoción nos lleva a la plena libertad de los hijos de Dios.
  • Esta devoción da a quienes la practican una gran libertad interior: la libertad de los hijos de Dios (Rom. 8, 21). Porque haciéndose el hombre esclavo de Jesucristo y consagrándose a Él por esta devoción, el Señor en recompensa de la amorosa esclavitud por la que hemos optado.
  • Quita del alma todo escrúpulo y temor servil que pudiera angustiarla, esclavizarla y perturbarla.
  • Ensancha el corazón con una santa confianza en Dios, haciendo que lo mire como a su Padre.
  • Nos inspira un amor tierno y filial.
  • Y santa Cecilia que acompañaba a la Santísima Virgen, le dijo: Dichosos los fieles esclavos de la Reina del cielo, porque gozarán de la verdadera libertad: Servirte a ti, es la libertad.
  • Nuestras buenas obras, al pasar por las manos de María, reciben un aumento de pureza y, por lo mismo, de mérito y valor satisfactorio e impetratorio. 
  • Esta devoción es un medio maravilloso de perseverancia.
  •  Le decimos como el hijo a su madre y el buen siervo a su señora: Guarda el buen depósito (1 Tim. 6, 20). Madre y Señora, reconozco que por tu intercesión he recibido hasta ahora más gracias de Dios de las que yo merecía. La triste experiencia me enseña que llevo este tesoro en un vaso muy frágil y que soy muy débil y miserable para conservarlo en mí mismo: Yo, pequeño y despreciado como soy... (Sal. 119, 141). Recibe, por favor, cuanto poseo y consérvamelo con tu fidelidad y tu poder. Si tú me guardas, no perderé nada; si me sostienes, no caeré; si me proteges, estaré seguro ante mis enemigos.
  • San Bernardo dice en términos formales esto mismo para inspirarnos esta práctica: Cuando Ella te sostiene, no caes; cuando Ella te protege, no temes; cuando Ella te guía, no te fatigas; cuando Ella te es favorable, llegas hasta el puerto de salvación. 
  • San Buenaventura parece decir lo mismo en términos más explícitos: La Santísima Virgen no solamente se mantiene en la plenitud de los santos: Ella mantiene y conserva a los santos en su plenitud, para que ésta no disminuya; impide que sus virtudes se debiliten, que sus méritos perezcan, que sus gracias se pierdan, que los demonios les hagan daño, que el Señor los castigue cuando pecan.
  • María es la Virgen fiel, que por su fidelidad a Dios repara las pérdidas, que la Eva infiel causó con su infidelidad, y alcanza a quienes confían en Ella la fidelidad para con Dios y la perseverancia. 
  • Por esto, san Juan Damasceno la compara a un áncora firme que nos sostiene e impide que naufraguemos en el mar tempestuoso de este mundo, en donde tantos perecen por no aferrarse a Ella: Atamos, dice, las almas a tu esperanza como a un áncora firme.
  • Los santos, que se han salvado, estuvieron firmemente adheridos a Ella y a Ella ataron a otros para que perseveraran en la virtud.
  • ¡Dichosos, pues, una y mil veces, los cristianos que ahora se aferran fiel y enteramente a María como a un áncora firme! ¡Los embates tempestuosos de este mundo no los podrá sumergir ni los hará perder sus tesoros celestiales!
  • ¡Dichosos quienes entran en María como en el arca de Noé! Las aguas del diluvio de los pecados que anegan a tantas personas no les harán daño, porque los que obran por mí no pecarán (Ecli. 24, 30), dice la divina Sabiduría, es decir, los que están en mí para trabajar en su salvación no pecarán.
  • Dichosos los hijos infieles de la infeliz Eva que se aferran a la Madre y Virgen fiel, la cual permanece siempre fiel y no puede negarse a sí misma: Si somos infieles, (Ella) permanece fiel, porque no puede desmentirse a sí misma (cfr. Tim. 2, 13) y responde siempre con amor a quienes la aman: Yo amo a los que me aman (Prov. 8, 17). 
  • Y los ama no sólo con amor afectivo, sino con amor efectivo y eficaz, impidiendo mediante gracias abundantes, que retrocedan en la virtud o caigan en el camino y pierdan más, son muy pequeños y endebles y están envejecidos para contener tan grandes y preciosos tesoros. 
  • No echen el agua pura y cristalina de la fuente en vasijas sucias e infectadas por el pecado. Si éste no se halla ya en ellas, queda todavía su mal olor que contamina el agua. 
  • No echen sus vinos exquisitos en toneles viejos, que han estado llenos de vinos malos: se echarían a perder o correrían peligro de derramarse.
  • Almas predestinadas, ¡sé que me han entendido! Pero ¡quiero hablarles aún con mayor claridad!
  •  No confíen el oro de su caridad, la plata de su pureza, las aguas de las gracias celestiales ni los vinos de sus méritos y virtudes a un saco agujereado, a un cofre viejo y roto, a un vaso infecto y contaminado, como lo son ustedes mismos. Porque serán robados por los ladrones, esto es, por los demonios, que día y noche acechan y espían el momento oportuno para ello; y todo lo más puro que Dios les ha dado a ustedes lo corromperán con el mal olor de su egoísmo, de la confianza en ustedes mismos y de su propia voluntad.
  • Guarden más bien, viertan en el seno y corazón de María, todos sus tesoros, gracias y virtudes.
  •  Ella es Vaso espiritual, Vaso de honor, Vaso insigne de devoción. Desde que el mismo Dios se encerró en él personalmente y con todas sus gracias, este vaso se tornó totalmente espiritual y se convirtió en morada espiritual de las almas más espirituales, se hizo digno de honor y trono de honor de los mayores príncipes de la eternidad; se tornó insigne en devoción y la mansión más espléndida en dulzuras, gracias y virtudes, se hizo, finalmente, rico como una casa de oro, fuerte como la torre de David y puro como torre d marfil.
  • ¡Oh! ¡Qué feliz es el hombre que lo ha entregado todo a María, que en todo y por todo se confía y pierde en María! ¡Es todo de María y María es toda de él! Puede decir abiertamente con David: María ha sido hecha para mí (cfr. Sal. 119, 56). O con el discípulo amado: La tomé por todos mis bienes (cfr. Jn. 19, 27). O con Jesucristo: Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo, mío (Jn. 17, 10).
  • Si algún crítico, al leer esto, piensa que hablo aquí hiperbólicamente o por devoción exagerada, no me está entendiendo. O porque es hombre carnal, que de ningún modo gusta de las cosas del espíritu, o porque es del mundo, de ese mundo que no puede recibir al Espíritu Santo (cfr. Jn. 14, 17; Mt. 16, 23), o porque es orgulloso y crítico, que condena o desprecia todo lo que no entiende. 
  • Pero, quienes nacieron no de la sangre ni de la voluntad de la carne ni de la voluntad de varón, sino de Dios (cfr. Jn. 1, 13) y de María, me comprenden y gustan y para ellos estoy escribiendo.
  • Siendo la excelsa María la más noble y generosa de todas las puras criaturas, jamás se deja vencer en amor ni generosidad. Ella, como dice un santo devoto, por un huevo te dará un buey, es decir, por lo poquito que le damos, nos dará en retorno mucho de lo que ha recibido de Dios. 
  • Si te entregas a Ella sin reservas y pones en Ella tu confianza sin presunción, trabajando por tu parte para adquirir las virtudes y domar las pasiones, Ella se dará a ti totalmente.
  • Digan, pues, abiertamente, con san Juan Damasceno, los fieles servidores de María: Si confío en ti, oh Madre de Dios, me salvaré, protegido por ti, nada temeré; con tu auxilio, combatiré a mis enemigos y los pondré en fuga: porque ser devoto tuyo es un arma de salvación que Dios da a los que quiere salvar.
  • El Espíritu Santo nos ofrece en el libro del Génesis una figura admirable de todas las verdades que acabo de exponer respecto a la Santísima Virgen y a sus hijos y servidores. La hallamos en la historia de Jacob que, por diligencia y habilidad de su madre, Rebeca, recibió la bendición de su padre, Isaac (Gn. 27, 1-44).
  • Apenas había Isaac concluido estas palabras, he aquí que entra Esaú trayendo para comer de lo que había cazado, a fin de recibir luego la bendición de su padre. El santo patriarca se sorprendió, con increíble asombro, al darse cuenta de lo ocurrido. Pero lejos de retractar lo que había hecho, lo confirmó. Porque veía claramente el dedo de Dios en este suceso.
  •  Y Jacob no hubiera podido escapar a la muerte, si Rebeca, su tierna madre, no lo hubiese salvado con su solicitud y con los buenos consejos que le dio y que él siguió con fidelidad.
  • Antes de explicar esta bellísima historia es preciso advertir que, según los santos Padres y los exegetas, Jacob es figura de Cristo y de los predestinados, mientras que Esaú lo es de los réprobos. Para pensar así, basta examinar las acciones y conducta de uno y otro.
  • Los réprobos...Confían en su fuerza y habilidad para los negocios temporales. Son muy fuertes, hábiles e ingeniosos para las cosas terrenas, pero muy ignorantes y débiles para las del cielo.
  • Por ello, no permanecen nunca o casi nunca, en su propia casa, es decir, dentro de sí mismos, que es la morada interior y personal que Dios ha dado a cada hombre, para residir allí, a ejemplo suyo, porque Dios vive siempre en sí mismo. 
  • Los réprobos no aprecian el retiro ni las cosas espirituales ni la devoción interior. Califican de personas apocadas, mojigatas y hurañas a quienes cultivan la vida interior, se retiran del mundo y trabajan más dentro que fuera.
  • Censuran las prácticas de devoción a las cuales los buenos hijos y servidores de María permanecen fieles para ganarse el afecto de Ella. 
  • No creen que esta devoción les sea necesaria para salvarse. Pretenden que con tal de no odiar formalmente a la Santísima Virgen ni despreciar abiertamente su devoción, merecen la protección de la Virgen María.
  • Los réprobos odian y persiguen sin tregua a los predestinados, abierta o solapadamente. No pueden soportarlos: los desprecian, los critican, los contradicen, los injurian, los roban, los engañan, los empobrecen, los marginan, los rebajan hasta el polvo, al paso que ellos ensanchan su fortuna, se entregan a los placeres, viven regaladamente, se enriquecen, se engrandecen y viven a sus anchas.
  • Jacob, el hijo menor, era de complexión débil, suave y tranquilo. Permanecía generalmente en casa, para granjearse el favor y gracia de Rebeca, su madre, a quien amaba tiernamente. Si, alguna vez, salía de casa no lo hacía por capricho ni confiado en su habilidad, sino por obedecer a su madre.
  • Amaba y honraba a su madre. Por esto permanecía en casa con ella. Nunca se alegraba tanto como cuando la veía. Evitaba cuanto pudiera desagradarle y hacía cuanto creía que le complacería. Todo lo cual aumentaba en Rebeca el amor que ella le profesaba.
  • Estaba sometido en todo a su querida madre: la obedecía enteramente en todo, prontamente y sin tardar, amorosamente y sin quejarse. A la menor señal de su voluntad, el humilde Jacob corría a realizarla. Creía cuanto Rebeca le decía, sin discutir; por ejemplo, cuando le mandó que saliera a buscar dos cabritos y se los trajera para aderezar la comida a su padre, Isaac, Jacob no replicó que para preparar una sola comida para una persona bastaba con un cabrito, sino que sin replicar, hizo cuanto ella le ordenó.
  • Tenía gran confianza en su querida madre y como no confiaba en su propio valer, se apoyaba solamente en la solicitud y cuidados de su madre. Imploraba su ayuda en todas las necesidades y la consultaba en todas las dudas: por ejemplo, cuando le preguntó si en vez de la bendición, no recibiría más bien la maldición de su padre, creyó en ella y a ella se confió tan pronto Rebeca le contestó que ella tomaría sobre sí esta maldición.
  • Finalmente, imitaba, según sus capacidades, las virtudes de su madre. Y parece que una de las razones de que permaneciera sedentario en casa era el imitar a su querida y muy virtuosa madre y el alejarse de las malas compañías, que corrompen las costumbres. En esta forma, se hizo digno de recibir la doble bendición de su querido padre.
  • Los predestinados:
  • 1) Permanecen asiduamente en casa con su madre, es decir, aman el retiro, gustan de la vida interior, se aplican a la oración, a ejemplo y en compañía de su Madre.
  • 2) Por eso, algunas veces, mientras sus hermanos y hermanas trabajan fuera con gran empeño, habilidad y éxito, cosechando la alabanza y aprobación del mundo, ellos conocen, por la luz del Espíritu Santo, que se disfruta de mayor gloria, provecho y alegría en vivir escondidos en el retiro con Jesucristo, su modelo, en total y perfecta sumisión a su madre, que en realizar por sí solos maravillas de naturaleza y gracia en el mundo, a semejanza de tantos Esaús y réprobos que hay en él..
  • En su casa habrá riquezas y abundancia (Sal. 112, 3). Sí, en la casa de María se encuentra abundancia de gloria para Dios y de riquezas para los hombres.
  • Señor Jesús, ¡cuán amables son tus moradas! (Sal. 84, 2). El pajarillo encontró casa para albergarse y la tórtola nido para colocar sus polluelos. ¡Oh! ¡Cuán dichoso el hombre que habita en la casa de María! ¡Tú fuiste el primero en habitar en Ella! 
  • En esta morada de predestinados el cristiano recibe ayuda de ti sólo y dispone en su corazón las subidas y escalones de todas las virtudes para elevarse a la perfección durante su peregrinar terreno.
  • 2) Los predestinados aman con filial afecto y honran efectivamente a la Santísima Virgen como a su cariñosa Madre y Señora. 
  • La aman no sólo de palabra, sino de hecho. La honran no sólo exteriormente, sino en el fondo del corazón. Evitan, como Jacob, cuanto pueda desagradarle y practican con fervor todo lo que creen puede granjearles su benevolencia. 
  • Le llevan y entregan no ya dos cabritos, como Jacob a Rebeca, sino lo que representan los dos cabritos de Jacob, es decir, su cuerpo y su alma, con todo cuanto de ellos depende, para que Ella:
  • a) Los reciba como cosa suya.
  • b) Les mate y haga morir al pecado y a sí mismos, desollándolos y despojándolos de su propia piel y egoísmo, para agradar por este medio a su Hijo Jesús, que no acepta por amigos y discípulos sino a los que están muertos a sí mismos.
  • c) Los aderece al gusto del Padre Celestial y a su mayor gloria, que Ella conoce mejor que nadie.
  • d) Con sus cuidados e intercesión disponga este cuerpo y esta alma, bien purificados de toda mancha, bien muertos, desollados y aderezados, como manjar delicado digno de la boca y bendición del Padre Celestial.
  • ¿No es esto acaso lo que harán los predestinados que aceptarán y vivirán la perfecta consagración a Jesucristo por manos de María, que aquí les enseñamos para que testifiquen a Jesús y a María un amor intrépido y efectivo? 
  • Los réprobos protestan, muchas veces, que aman a Jesús, que aman y honran a María, pero no lo demuestran con la entrega de sí mismos (cfr. Prov. 3, 9), ni llegan a inmolarles el cuerpo y el alma con sus pasiones, como los predestinados.
  • 3) Éstos viven sumisos y obedientes a la Santísima Virgen, como a su cariñosa Madre, a ejemplo de Jesucristo, quien de treinta y tres años que vivió sobre la tierra, empleó treinta en glorificar a Dios, su Padre, mediante una perfecta y total sumisión a su Santísima Madre.
  •  La obedecen, siguiendo exactamente sus consejos, como el humilde Jacob los de Rebeca cuando le dijo: ¡Sigue mi consejo! (Gn. 27, 8) o como los sirvientes de las bodas de Caná a quienes dijo la Santísima Virgen: ¡Hagan todo lo que Él les mande! (Jn. 2, 5).
  • Jacob, por haber obedecido a su madre, recibió, como por milagro, la bendición, aunque naturalmente no podía recibirla. 
  • Los servidores de las bodas de Caná, por haber seguido el consejo de la Santísima Virgen, fueron honrados con el primer milagro de Jesucristo, que convirtió el agua en vino a petición de su bendita Madre. 
  • Asimismo, todos los que hasta el fin de los siglos reciban la bendición del Padre Celestial y sean honrados con las maravillas de Dios, sólo recibirán estas gracias como consecuencia de su perfecta obediencia a María. 
  • Los Esaús, al contrario, pierden su bendición por falta de sumisión a la Santísima Virgen.
  • 4) Los predestinados tienen gran confianza en la bondad y poder de María, su bondadosa Madre. 
  • Reclaman sin cesar su socorro. La miran como su estrella polar, para llegar a buen puerto. 
  • Los réprobos, por el contrario, ponen toda su confianza en sí mismos. Al igual que el hijo pródigo se alimentan solamente de lo que comen los cerdos, se nutren solamente de tierra, a semejanza de los sapos, y a la par de los mundanos sólo aman las cosas visibles y exteriores. 
  • No pueden gustar las dulzuras maternales del seno de María, ni experimentar apoyo y confianza seguros en la Santísima.
  • Dichosos en su muerte, que es dulce y tranquila y a la que ordinariamente asisto, para conducirlos a los goces de la eternidad.
  • Dichosos, finalmente, en la eternidad, porque jamás se ha perdido ninguno de mis fieles servidores que haya imitado mis virtudes durante su vida.
  • Veamos ahora los amables cuidados que la Santísima Virgen, como la mejor de todas las madres, prodiga a los fieles servidores que se han consagrado a Ella de la manera que acabo de indicar y conforme al ejemplo de Jacob.
  • Los ama no sólo con afecto, sino con eficacia. Con amor afectivo y efectivo, como el de Rebeca para con Jacob y aún mucho más.
  • Veamos lo que esta bondadosa Madre, de quien Rebeca no fue más que una figura, hace a fin de obtener para sus hijos la bendición del Padre Celestial:
  • 1) Espía, como Rebeca, las oportunidades para hacerles el bien, para engrandecerlos y enriquecerlos. Dado que ve claramente en la luz de Dios todos los bienes y males, la fortuna próspera o adversa, las bendiciones y maldiciones .
  • 2) Les da buenos consejos, como Rebeca a Jacob: ¡Hijo mío, sigue mi consejo! )Gn. 27, 8). Y entre otras cosas, les inspira que le lleven dos cabritos, es decir su cuerpo y su alma y se los consagren, para aderezar son ellos un manjar agradable a Dios. 
  • Les aconseja también que cumplan cuanto Jesucristo enseñó con sus palabras y ejemplos. Y si no les da por sí misma estos consejos, se vale para ello del ministerio de los ángeles, los cuales jamás se sienten tan honrados ni experimentan mayor placer que cuando obedecen alguna de sus órdenes de bajar a la tierra a socorrer a alguno de sus servidores.
  • 3) Y, ¿qué hace esta tierna Madre cuando uno le entrega y consagra cuerpo y alma y cuanto de ellos depende sin excepción alguna? 
  • Lo que hizo Rebeca en otro tiempo con los cabritos que le llevó Jacob..
  • a) Los mata y hace morir a la vida del viejo Adán.
  • b) Los desuella y despoja de su piel natural, de sus inclinaciones torcidas, del egoísmo y voluntad propia y del apego a las criaturas.
  • c) Los purifica de toda suciedad y mancha de pecado.
  • d) Los adereza al gusto de Dios. Y como sólo Ella conoce perfectamente y en cada caso el gusto divino y la mayor gloria del Altísimo, sólo Ella puede, sin equivocaciones, condimentar y aderezar nuestro cuerpo y alma a este gusto infinitamente exquisito y a esta gloria divinamente oculta.
  • 4) Luego que esta bondadosa Madre recibe la ofrenda perfecta que le hemos hecho de nosotros mismos y de nuestros propios méritos y satisfacciones, por la devoción de que hemos hablado, nos despoja de nuestros antiguos vestidos, nos engalana y hace dignos de comparecer ante el Padre del cielo...
  • a) Nos viste con los vestidos limpios, nuevos, preciosos y perfumados de Esaú, el primogénito, es decir, de Jesucristo, su Hijo, los cuales guarda Ella en casa, o sea, tiene en su poder, ya que es la tesorera y dispensadora universal y eterna de las virtudes y méritos de su Hijo Jesucristo. 
  • Virtudes y méritos que Ella concede y comunica a quien quiere, como quiere y cuanto quiere, como ya hemos dicho.
  • b) Cubre el cuello y las manos de sus servidores con las pieles de los cabritos muertos y desollados, es decir, los engalana con los méritos y el valor de sus propias acciones. 
  • Mata y mortifica, en efecto, todo lo imperfecto e impuro que hay en sus personas. Pero no pierde ni disipa todo el bien que la gracia ha realizado en ellos, sino que lo guarda y aumenta, para hacer con ello el ornato y fuerza de su cuello y de sus manos, es decir, para fortalecerlos a fin de que puedan llevar sobre su cuello el yugo del Señor y realizar grandes cosas para la gloria de Dios y salvación de sus pobres hermanos.
  • 5) Ella, finalmente, les obtiene la bendición del Padre Celestial, por más que no siendo ellos sino hijos menores y adoptivos no debieran naturalmente tenerla. Con estos vestidos nuevos, de alto precio y agradabilísimo olor y con cuerpo y alma bien preparados, se acercan confiados al lecho del Padre Celestial. Que oye y distingue su voz, que es la del pecador; toca sus manos cubiertas de pieles; percibe el perfume de sus vestidos; como con regocijo de lo que María, Madre de ellos, le ha preparado y reconociendo en ellos los méritos y el buen olor de Jesucristo y de su Santísima Madre..
  • Los constituye señores de sus otros hermanos, los réprobos. Lo cual no quiere decir que esta primacía sea siempre evidente en este mundo, que pasa en un instante (cfr. 1 Cor. 7, 29-31) y al que frecuentemente dominan los réprobos...
  • El segundo deber de caridad que la Santísima Virgen ejerce con sus fieles servidores es el de proporcionarles todo lo necesario para el cuerpo y el alma. Les da vestidos dobles, como acabamos de ver. Les da a comer los platos más exquisitos de la mesa de Dios. Les alimenta con el Pan de Vida (cfr. Jn. 6, 35) que Ella misma ha formado: Queridos hijos míos, les dice por boca de la Sabiduría, sáciense de mis frutos (Ecli. 24, 26), es decir, de Jesús, fruto de vida, que para ustedes he traído al mundo. 
  • Vengan, les dice en otra parte, a comer mi Pan, que es Jesús, a beber el vino de su amor, que he mezclado para ustedes (Prov. 9, 5) con mi maternal dulzura. ¡Coman, beban, embriáguense, hijos muy amados! (Cant. 5, 1).
  • Siendo Ella la tesorera y dispensadora de los dones y gracias del Altísimo, da gran porción y la mejor de todas, para alimentar y sustentar a sus hijos y servidores. 
  • Nutridos éstos con el Pan de Vida, embriagados con el Vino que engendra vírgenes y amamantados por esta Madre purísima (cfr. Is. 66, 12), encuentran tan suave el yugo de Jesucristo, que apenas sienten su peso, a causa del aceite de la devoción que les hará madurar (Is. 10, 27).
  • El tercer bien que la Santísima Virgen hace a sus fieles servidores es el conducirlos y guiarlos según la voluntad de su Hijo. Rebeca guiaba a su Hijo Jacob y, de cuando en cuando, le daba buenos consejos, ya para atraer sobre él la bendición de su padre, ya para ayudarle a evitar el odio y la persecución de su hermano Esaú. 
  • María, estrella del mar, conduce a todos sus fieles servidores al puerto de salvación. Les enseña los caminos de la vida eterna. Les hace evitar los pasos peligrosos. Los lleva de la mano por los senderos de la justicia. Los sostiene cuando están a punto de caer. Los levanta cuando han caído. Los reprende, como Madre cariñosa, cuando yerran, y aun a veces los castiga amorosamente. 
  • ¿Podrá extraviarse en el camino de la eternidad, un hijo obediente a María, quien por sí misma le alimenta y es su guía esclarecida? “¡Siguiéndola, dice san Bernardo, no te extravías! ¡No temas, pues! ¡Ningún verdadero hijo de María será engañado por el espíritu maligno! ¡Ni caerá en herejía formal! 
  • Donde María es la conductora no entran ni el espíritu maligno con sus ilusiones ni los herejes con sus sofismas: ¡Si Ella te sostiene, no caerás!
  • Así obra también María, Madre cariñosa de los predestinados: los esconde bajo las alas de su protección, como una gallina a sus polluelos, dialoga con ellos, desciende hasta ellos, condesciende con todas sus debilidades, para defenderlos del gavilán y del buitre, los rodea y acompaña como un ejército en orden de batalla(Cant. 6, 3). 
  • María intercede por ellos.
  • ¡Oh! ¡Cuán bien recibido es por Jesucristo, Padre sempiterno (cfr. Is. 9, 6), el hijo perfumado con el olor gratísimo de María! Y ¡qué pronto y perfectamente queda unido a Él!, como ya hemos demostrado.
  • María, además, después de haber colmado de favores a sus hijos y fieles servidores y de haberles alcanzado la bendición del Padre Celestial y la unión con Jesucristo, los conserva en Jesucristo y a Jesucristo en ellos. 
  • Los protege y vigila siempre, no sea que pierdan la gracia de Dios y caigan de nuevo en los lazos del enemigo. Ella conserva a los santos en su plenitud y les ayuda a perseverar en ella, según hemos visto.
  • Gracias a la luz que te comunicará el Espíritu Santo por medio de María, su querida Esposa, conocerás tu mal fondo, tu corrupción e incapacidad para todo lo bueno. Y, a consecuencia de este conocimiento, te despreciarás y no pensarás en ti mismo sino con horror. Te considerarás como una babosa que todo lo mancha, como un sapo que todo lo emponzoña con su veneno o como una serpiente maligna que sólo pretende engañar. 
  • En fin, la humilde María te hará partícipe de su profunda humildad y, mediante ella, te despreciarás a ti mismo, no despreciarás a nadie y gustarás de ser menospreciado.
  • La Santísima Virgen te hará partícipe de su fe.
  • (Su FE)..La cual fue mayor que la de todos los patriarcas, profetas, apóstoles y todos los demás santos. 
  • Ahora que reina en los cielos, no tiene ya esa fe, porque ve claramente todas las cosas en Dios por la luz de la gloria. 
  • Sin embargo, con el consentimiento del Señor, no la ha perdido al entrar en la gloria: la conserva para comunicarla a sus fieles en la Iglesia peregrina.
  • Por lo mismo, cuanto más te granjees la benevolencia de esta augusta Princesa y Virgen fiel, tanto más reciamente se cimentará toda tu vida en la fe verdadera...
  • Una fe pura, que hará que no te preocupes por lo sensible y extraordinario.
  • Una fe viva y animada por la caridad, que te hará orar siempre con el amor más puro.
  • Una fe viva e inconmovible como una roca, que te ayudará a permanecer siempre firme y constante en medio de las tempestades y tormentas.
  • Una fe penetrante y eficaz, que, como misteriosa llave maestra, te permitirá entrar en todos los misterios de Jesucristo, las postrimerías del hombre y el corazón mismo de Dios.
  • Una fe intrépida, que te llevará a emprender y llevar a cabo, sin titubear, grandes empresas por Dios y por la salvación de las almas.
  • Finalmente, una fe que será tu antorcha encendida, tu vida divina, tu tesoro escondido de la divina sabiduría y tu arma omnipotente, de la cual te servirás para iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte, para inflamar a los tibios y necesitados del oro encendido de la caridad, para resucitar a los muertos por el pecado, para conmover y convertir, con tus palabras suaves y poderosas, los corazones de mármol y los cedros del Líbano y, finalmente, para resistir al demonio y a todos los enemigos de la salvación.
  • Esta Madre del Amor Hermoso quitará de tu corazón todo escrúpulo y temor servil desordenado y lo abrirá y ensanchará para correr por los mandamientos de su Hijo con la santa libertad de los hijos de Dios y encender en el alma el amor puro, cuya tesorera es Ella.
  •  De modo que, en tu comportamiento con Dios, ya no te gobernarás, como hasta ahora, por temor, sino por amor puro. Lo mirarás como a tu Padre bondadoso, te afanarás por agradarle incesantemente y dialogarás con Él confidencialmente como un hijo con su cariñoso padre. 
  • Si, por desgracia, llegaras a ofenderlo, te humillarás al punto delante de Él, le pedirás perdón humildemente, tenderás a Él la mano con sencillez, te levantarás de nuevo amorosamente, sin turbación ni inquietud, y seguirás caminando hacia Él, sin descorazonarte.
  • La Santísima Virgen te colmará de gran confianza en Dios y en Ella misma.
  • 1º) ya no te acercarás por ti mismo a Jesucristo, sino siempre por medio de María, tu bondadosa Madre.
  • 2º) Habiéndole entregado todos tus méritos, gracias y satisfacciones para que disponga de ellos según su voluntad, Ella te comunicará sus virtudes y te revestirá con sus méritos de suerte que podrás decir a Dios con plena confianza: Ésta es María, tu servidora. ¡Hágase en mí según lo que has dicho! (Lc. 1, 38).
  • 3º) Habiéndote entregado totalmente a Ella, en cuerpo y alma, Ella que es generosa con los generosos y más generosa que los más generosos, se entregará a ti en recompensa, de forma maravillosa pero real, de suerte que podrás decirle con santa osadía: ¡Soy todo tuyo, oh María: sálvame! (Sal. 119, 94). 
  • O, con el discípulo amado, como he dicho antes: ¡Te he tomado, Madre Santísima, por todos mis bienes! 
  • O con san Buenaventura: Querida Señora y salvadora mía, obraré confiadamente y sin temor, porque eres mi fortaleza y alabanza en el Señor. ¡Soy todo tuyo y cuanto tengo es tuyo, Virgen gloriosa y bendita entre todas las criaturas! ¡Que yo te ponga como sello sobre mi corazón porque tu amor es fuerte como la muerte! 
  • Podrás decir a Dios con los sentimientos del Profeta: Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre (Sal. 131, 1-2).
  • 4º) El hecho de haberle entregado en depósito todo lo bueno que tienes, para que lo conserve o comunique, aumentará aún más tu confianza en Ella. 
  • Sí, entonces confiarás menos en ti mismo y mucho más en Ella, que es tu tesoro. ¡Oh! ¡Qué confianza y consuelo poder decir que el tesoro de Dios, en el que ha puesto lo más precioso que tiene, es también tu tesoro! Ella es, dice un santo, el tesoro del Señor (Ramón Jordán).
  • El alma de María estará en ti para glorificar al Señor y su espíritu se alborozará por ti en Dios, su salvador, con tal que permanezcas fiel a las prácticas de esta devoción. 
  • Que el alma de María more en cada uno para engrandecer al Señor, que el espíritu de María permanezca en cada uno para regocijarse en Dios(san Ambrosio).
  • ¡Ay! ¿Cuándo llegará ese tiempo dichoso, dice un santo varón de nuestros días, ferviente enamorado de María, cuándo llegará ese tiempo dichoso en que Santa María sea establecida como Señora y Soberana en los corazones, para someterlos plenamente al imperio de su excelso y único Jesús? ¿Cuándo respirarán las almas a María como los cuerpos respiran el aire? 
  • Cosas maravillosas sucederán entonces en la tierra, donde el Espíritu Santo, al encontrar a su Esposa como reproducida en las almas, vendrá a ellas con la abundancia de sus dones y las llenará de ellos, especialmente del de sabiduría, para realizar maravillas de gracia.
  •  ¿Cuándo llegará, hermano mío, ese tiempo dichoso, ese siglo de María, en el que muchas almas escogidas y obtenidas del Altísimo por María, perdiéndose ellas mismas en el abismo de su interior, se transformarán en copias vivientes de la Santísima Virgen, para amar y glorificar a Jesucristo? Ese tiempo sólo llegará cuando se conozca y viva la devoción que yo enseño: ¡Señor, para que venga tu reino, venga el reino de María!
  • Si María, que es el árbol de la vida, está bien cultivada en ti mismo, por la fidelidad a las prácticas de esta devoción, dará su fruto en tiempo oportuno, fruto que no es otro que Jesucristo.
  • Veo de María y esta práctica divina que les enseño se trabaja de día, se trabaja en un lugar santo, se trabaja poco. En María no hay noche, porque en Ella no hay pecado ni aún la menor sombra de él. María es un lugar santo. Es el santo de los santos, en donde son formados y moldeados los santos.
  • San Agustín llama a la Santísima Virgen molde de Dios: el molde propio para formar y moldear dioses. Quien sea arrojado en este molde divino quedará muy pronto formado y moldeado en Jesucristo y Jesucristo en él: con pocos gastos y en corto tiempo se convertirá en dios, porque ha sido arrojado en el mismo molde que ha formado a Dios.
  • Paréceme que los directores y devotos que quieren formar a Jesucristo en sí mismos o en los demás, por prácticas diferentes a ésta, pueden muy bien compararse a los escultores que, confiados en su habilidad, industria y arte, descargan infinidad de golpes de martillo y cincel sobre una piedra dura o un trozo de madera tosca para sacar de ellos una imagen de Jesucristo. Algunas veces, no aciertan a representar a Jesucristo al natural, ya por falta de conocimiento y experiencia de la persona del Señor, ya a causa de algún golpe mal dado que echa a perder toda la obra.
  • ¡Hermosa y verdadera comparación! Mas, ¿quién la comprenderá? ¡Ojalá tú, hermano mío! Pero, acuérdate de que no se echa en el molde sino lo que está fundido y líquido; es decir, que ¡es necesario destruir y fundir en ti al viejo Adán para transformarte en el Nuevo, en María!
  • Por medio de esta práctica, observada con toda fidelidad, darás mayor gloria a Jesucristo en un mes...
  • 1º) Si ejecutas todas tus acciones por medio de la Santísima Virgen, como enseña esta práctica, abandonas tus propias intenciones y actuaciones, aunque buenas y conocidas, para perderte, por decirlo así, en las de la Santísima Virgen, aunque te sean desconocidas. 
  • De este modo entras a participar en la sublimidad de sus intenciones, siempre tan puras que por la menor de sus acciones, por ejemplo, hilando en la rueca o dando una puntada con la aguja, dio mayor gloria a Dios que san Lorenzo sobre las parrillas y aun que todos los santos con las acciones más heroicas. 
  • 3º) La Santísima Virgen, a causa del gran amor que nos tiene, desea recibir en sus manos virginales el obsequio de nuestras acciones, comunica a éstas una hermosura y esplendor admirables y las ofrece por sí misma a Jesucristo.
  • Es, por lo demás, evidente, que el Señor es más glorificado con esto que si las ofreciéramos directamente con nuestras manos pecadoras.
  • 4º) Finalmente, siempre que piensas en María, Ella piensa por ti en Dios. Siempre que alabas y honras a María, Ella alaba y honra a Dios por ti. María es toda relativa a Dios. 
  • Y yo me atrevo a llamarla “la relación de Dios”, pues sólo existe con relación a Él, o “el eco de Dios”, ya que no dice ni repite sino Dios. Si tú dices María, Ella dice Dios.
  • Cuando santa Isabel alabó a María y la llamó bienaventurada por haber creído. Ella, el eco fiel de Dios, exclamó: Proclama mi alma la grandeza del Señor (Lc. 1, 46). Lo que en esta ocasión hizo María, lo sigue realizando todos los días: cuando la alabamos, amamos, honramos o nos consagramos a Ella, alabamos, honramos y nos consagramos a Dios por María y en María.
  • Por tanto, que ningún mundano ni crítico autosuficiente nos venga a decir que la verdadera devoción está en el corazón, que hay que evitar las exterioridades, ya que ahí puede ocultarse la vanidad, que hay que esconder la propia devoción, etc. Yo les respondo con mi Maestro: Que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos (Mt. 5, 16).
  • Primera práctica. Quienes deseen abrazar esta devoción particular, no erigida aún en cofradía, aunque sería mucho de desear que lo fuera, emplearán, como he dicho en la primera parte de esta “preparación al reinado de Jesucristo”, doce días, por lo menos, en vaciarse del espíritu del mundo, contrario al de Jesucristo, y tres semanas en llenarse de Jesucristo por medio de la Santísima Virgen. Para ello, podrán seguir este orden:
  • Es conveniente también que paguen en ese día algún tributo a Jesucristo y a su Santísima Madre, ya como penitencia por su infidelidad al compromiso bautismal, ya para patentizar su total dependencia de Jesús y de María. Este tributo, naturalmente, dependerá de la devoción y capacidad de cada uno, como, por ejemplo, un ayuno, una mortificación, una limosna o un cirio. Pues, aún cuando sólo dieran, en homenaje, un alfiler, con tal que lo den de todo corazón, sería bastante para Jesús, que sólo atiende a la buena voluntad.
  • Al menos en cada aniversario, renovarán dicha consagración, observando las mismas prácticas durante tres semanas. Todos los meses y aun todos los días pueden renovar su entrega con estas pocas palabras: ¡Soy todo tuyo y cuanto tengo es tuyo, oh mi amable Jesús, por María, tu Madre Santísima!
  • Rezarán todos los días de su vida, aunque sin considerarlo como obligación, la Coronilla de la Santísima Virgen..
  • Llevar cadenillas de hierro...Pero entre los cristianos no hay nada más ilustre que estas cadenas de Jesucristo, porque ellas nos liberan y preservan de las prisiones infames del pecado y del demonio, nos ponen en libertad y nos ligan a Jesús y a María, no por violencia y a la fuerza como a presidiarios, sino por caridad y amor, como a hijos: Los atraeré a mí, dice el Señor por la boca de su profeta, con cadenas de amor (Os. 11, 4). Estas cadenas son, por consiguiente, fuertes como la muerte...
  • Éstas son las razones para llevar estas cadenillas:
  • 1º) Para recordar al cristiano los votos y promesas del Bautismo, la renovación perfecta que hizo de n en los votos del Bautismo y viven un libertinaje propio de paganos, como si a nada se hubieran comprometido con Dios, es que no llevan ninguna señal exterior que les recuerde todo esto.
  • 2º) Para mostrar que no nos avergonzamos de la esclavitud y servidumbre de Jesucristo y que renunciamos a la esclavitud funesta del mundo, del pecado y del demonio.
  • 3º) Para liberarnos y preservarnos de las cadenas del pecado y del infierno. Porque es preciso que llevemos las cadenas de la iniquidad o las del amor y la salvación.
  • El P. Vicente Caraffa, séptimo Superior General de la Compañía de Jesús, que murió en olor de santidad en el año 1634, llevaba, en señal de esclavitud, un aro de hierro en cada pie y decía que su dolor era no poder arrastrar..
  • Profesarán singular devoción al gran misterio de la Encarnación del Verbo, el 25 de marzo. Éste es, en efecto, el misterio propio de esta devoción, puesto que ha sido inspirada por el Espíritu Santo.
  • Para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios Hijo quiso tener respecto a María para gloria del Padre y para nuestra salvación. Dependencia que se manifiesta de modo esencial en este misterio en el que Jesucristo se hace prisionero y esclavo en el seno de la excelsa María, en donde depende de Ella en todo y para todo.
  • Para agradecer a Dios las gracias incomparables que otorgó a María y especialmente el haberla escogido por su dignísima Madre: elección realizada precisamente en este misterio.
  • El esclavo de Jesús en María. En verdad se puede decir, como muchos lo han hecho hasta ahora: el esclavo de María, la esclavitud de la Santísima Virgen. 
  • Pero creo que es preferible decir: el esclavo de Jesús en María, como lo aconsejaba M. Tronson, Superior General del Seminario de san Sulpicio, renombrado por su rara prudencia y su consumada piedad, a un clérigo que le consultó sobre este particular.
  • Vivimos en un siglo orgulloso, en el que gran número de sabios engreídos, presumidos y críticos hallan siempre algo que censurar hasta en las prácticas de piedad mejor fundadas y más sólidas. 
  •  El principal misterio que se honra y celebra en esta devoción es el misterio de la Encarnación. En él Jesucristo se halla presente y encarnado en su seno. Por ello, es mejor decir la esclavitud de Jesús en María, de Jesús que reside y reina en María, según aquella hermosa plegaria de tantas y tan grandes almas: Oh Jesús, que vives en María, ven a vivir en nosotros con tu espíritu de santidad, etc.
  • Esta manera de hablar manifiesta mejor la unión íntima que hay entre Jesús y María. 
  • Recitación del Avemaría y del Rosario.
  • Recitarán con gran devoción el Avemaría o salutación angélica, cuyo valor, mérito, excelencia y necesidad apenas conocen los cristianos aun los más instruidos. 
  • Ha sido necesario que la Santísima Virgen se haya aparecido muchas veces a grandes y muy esclarecidos santos, como santo Domingo, san Juan de Capistrano o el beato Alano de la Roche, para manifestarles por sí misma el valor del Avemaría. 
  • Ellos escribieron libros enteros sobre las maravillas y eficacia de esta oración para convertir las almas. 
  • Proclamaron a voces y predicaron públicamente que habiendo comenzado la salvación del mundo por el Avemaría, a esta oración está vinculada también la salvación de cada uno en particular; que esta oración hizo que la tierra seca y estéril produjese el fruto de vida y que, por tanto, esta oración bien rezada hará germinar en nuestras almas la Palabra de Dios y producir el fruto de vida, Jesucristo...
  • El Avemaría es un rocío celestial que riega la tierra, es decir, el alma, para hacerle producir fruto en tiempo oportuno.
  • He aquí lo que la Santísima Virgen reveló al beato Alano de la Roche, como se lee en su libro De Dignitate Rosarii: Sepas, hijo mío, y hazlo conocer a todos, que es señal probable y próxima de condenación eterna el tener aversión, tibieza y negligencia a la recitación de la salutación angélica, que trajo la salvación a todo el mundo. Palabras tan consoladoras y terribles, a la vez, tanto que nos resistiríamos a creerlas, si no las garantizara la santidad de este varón y la de santo Domingo...
  • Asimismo los orgullosos, aunque católicos, teniendo como tienen las mismas inclinaciones que su padre, Lucifer, desprecian o miran con indiferencia el Avemaría y consideran el Rosario como devoción de mujercillas, sólo buena para ignorantes y analfabetos.
  • Por el contrario, la experiencia enseña que quienes manifiestan grandes señales de predestinación, estiman y rezan con gusto y placer el Avemaría, y cuanto más unidos viven a Dios, más aprecian esta práctica. 
  • La Santísima Virgen lo decía al beato Alano a continuación de las palabras antes citadas.
  • No sé cómo ni por qué, pero es real: no tengo mejor secreto para conocer si una persona es de Dios, que observar si gusta de rezar el Avemaría y el Rosario. Digo si gusta porque puede suceder que una persona esté natural o sobrenaturalmente imposibilitada de rezarlos, pero siempre los estima y recomienda a otros.
  • Recuerden, almas predestinadas, esclavas de Jesús en María, que el Avemaría es la más hermosa de todas las oraciones después del Padrenuestro. 
  • El Avemaría es el más perfecto saludo que pueden dirigir a María. Es, en efecto, el saludo que el Altísimo le envió por medio de un arcángel para conquistar su corazón y fue tan poderoso sobre el corazón de María que, no obstante su profunda humildad, Ella dio su consentimiento a la Encarnación del Verbo. 
  • Con este saludo debidamente recitado también ustedes conquistarán infaliblemente su corazón.
  • El Avemaría bien dicho, es decir, con atención, devoción y modestia, es según los Santos, el enemigo del diablo, a quien hace huir, y el martillo que lo aplasta. 
  • Es la santificación del alma, la alegría de los ángeles, la melodía de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el gozo de la Santísima Virgen y la gloria de la Santísima Trinidad. El Avemaría..
  • Les ruego, pues, con la mayor insistencia y por el amor que les profeso en Jesús y María que no se contenten con rezar la Coronilla de la Santísima Virgen. Recen también el Rosario y, si tienen tiempo, los quince misterios, todos los días. A la hora de la muerte bendecirán el día y hora en que aceptaron mi consejo. 
  • Y, después de haber sembrado en las bendiciones de Jesús y de María, cosecharán las bendiciones eternas. Quien hace siembras generosas, generosas cosechas tendrá (2 Cor. 9, 6).
  • Recitarán frecuentemente el Magnificat, a ejemplo de la beata María d’Oignies y de muchos otros santos, para agradecer a Dios las gracias que otorgó a la Santísima Virgen. El Magnificat es la única oración y el único cántico compuesto por la Santísima Virgen o mejor en Ella por Jesucristo que hablaba por boca de María. Es el mayor sacrificio de alabanza que Dios ha recibido en la ley de la gracia. Es el más humilde y reconocido y, a la vez, el más sublime y elevado de todos los cánticos. En él hay misterios tan grandes y ocultos que los ángeles los ignoran.
  • Gerson, tan piadoso como sabio, después de haber empleado gran parte de su vida en componer tratados tan llenos de erudición y piedad sobre materias tan difíciles, no pudo menos de temblar al emprender, hacia el final de su vida, la explicación del Magnificat, a fin de coronar con ésta todas sus obras. En un volumen infolio, nos refiere muchas y admirables cosas de este hermoso y divino cántico.
  • Entre otras, afirma que la misma Santísima Virgen lo rezaba con frecuencia y particularmente en acción de gracias después de la Santísima Comunión.
  • El sabio Benzonio, al explicar el Magnificat, refiere muchos milagros obrados por su virtud y dice que los diablos tiemblan y huyen cuando oyen estas palabras del Magnificat: Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón (Lc. 1, 51).
  • Los fieles servidores de María deben poner gran empeño en menospreciar, aborrecer y huir de la corrupción del mundo y servirse de las prácticas de menosprecio de lo mundano que hemos indicado en la primera parte.
  • Además de las prácticas exteriores de devoción que acabo de referir, las cuales no se deben dejar por negligencia ni desprecio, en cuanto lo permiten el estado y la condición de cada uno, he aquí algunas prácticas interiores que tienen gran eficacia santificadora para aquellos a quienes el Espíritu santo llama a una elevada santidad.
  • Todo se resume en obrar siempre: por María, con María, en María y para María a fin de obrar más perfectamente por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo.
  • Obrar por María o conforme al espíritu de María...
  • He dicho que el espíritu de María es el Espíritu de Dios, porque Ella no se condujo jamás por su propio espíritu, sino por el Espíritu de Dios, el cual se posesionó en tal forma de Ella, que llegó a ser su propio espíritu. 
  • Por ello, las palabras de san Ambrosio: More en cada uno el alma de María, para engrandecer al Señor; more en cada uno el espíritu de María, para regocijarse en Dios.
  • Antes de obrar, por ejemplo, antes de orar, celebrar la santa Misa o participar en Ella, comulgar, etc., renuncies a tu propio espíritu, tus propias luces, querer y obrar. 
  • Porque las tinieblas del espíritu y la malicia de la voluntad son tales que si las sigues, por excelentes que te parezcan, obstaculizarán al santo espíritu de María.
  • Te entregues al espíritu de María para ser movilizado y conducido por él de la manera que Ella quiera. Debes abandonarte en sus manos virginales, como la herramienta en manos del obrero, como el laúd en manos de un tañedor.
  •  Tienes que perderte y abandonarte a Ella, como una piedra que se arroja al mar: lo cual se hace sencillamente y en un momento, con una simple mirada del espíritu, un ligero movimiento de la voluntad o con pocas palabras, diciendo, por ejemplo: ¡Renuncio a mí mismo y me consagro a ti, querida Madre mía! Y aun cuando no sientas ninguna dulzura sensible en este acto de unión, no por ello deja de ser verdadero.
  • Durante la acción y después de ella, renueves de tiempo en tiempo, el mismo acto de ofrecimiento y unión. y cuanto más lo repitas, más pronto te santificarás y llegarás a la unión con Jesucristo. Unión que sigue siempre a la unión con María, dado que el espíritu de María es el Espíritu de Jesús.
  • Obrar con María o imitando a María..
  • Su fe viva, por la cual creyó sin vacilar la palabra del ángel y siguió creyendo fiel y constantemente hasta el pie de la cruz en el Calvario.
  • Su humildad profunda, que la llevó siempre a ocultarse, callarse, someterse en todo y colocarse en el último lugar.
  • Su pureza totalmente divina, que no ha tenido ni tendrá jamás igual sobre la tierra.
  • Y, finalmente, todas sus demás virtudes.
  • Recuerda, te lo repito, que María es el grandioso y único modelo de Dios, apto para hacer imágenes vivas de Dios, a poca costa y en poco tiempo. Quien halla este molde y se pierde en él, muy pronto se transformará en Jesucristo, a quien este molde representa al natural.
  • Obrar en María o en íntima unión con Ella.
  • Hay que realizar las propias acciones en María.
  • Que la Santísima Virgen es el verdadero paraíso terrestre del nuevo Adán. El antiguo paraíso era solamente una figura de éste.
  • El Espíritu Santo, por boca de los Santos Padres, llama también a María:
  • 1) La puerta oriental, por donde entra el mundo y sale de él el Sumo Sacerdote, Jesucristo: por ella entró la primera vez y por ella volverá la segunda.
  • 2) El santuario de la divinidad, la mansión de la Santísima Trinidad, el trono de Dios, el altar y templo de Dios, el mundo de Dios.
  • Te alimentes con la leche de la gracia y misericordia maternal de María.
  • Te liberes de toda turbación, temor y escrúpulo.
  • Te pongas a salvo de todos tus enemigos: demonio, mundo y pecado, que jamás pudieron entrar en María. Por esto dice Ella misma: Los que trabajan en mí no pecarán (Ecli. 24, 30), esto es, los que permanecen espiritualmente en la Santísima Virgen no cometerán pecado considerable.
  • Te formes en Jesucristo y Jesucristo sea formado en ti. Porque, el seno de María, dicen los Padres, es la sala de los sacramentos divinos, donde se han formado Jesucristo y todos los elegidos: Uno por uno, todos han nacido en Ella (Sal. 87, 5).
  • Obrar para María o al servicio de María.
  • Finalmente, hay que hacerlo todo para María.
  • Estando totalmente consagrado a su servicio, es justo que lo realices todo para María, como lo harían el criado, el siervo y el esclavo, respecto a su patrón. No que la tomes por el fin último de tus servicios, que lo es Jesucristo, sino como fin próximo, ambiente misterioso y camino fácil para llegar a Él.
  • Conviene, pues, que no te quedes ocioso, sino que actúes como el buen siervo y esclavo. Es decir, que apoyado en su protección, emprendas y realices grandes empresas por esta augusta Soberana.
  • En concreto, debes:
  • Defender sus privilegios, cuando se los disputan.
  • Defender su gloria, cuando se la ataca.
  • Atraer, a ser posible, a todo el mundo a su servicio y a esta verdadera y sólida devoción.
  • Hablar y levantar el grito contra quienes abusan de su devoción; y, al mismo tiempo, establecer en el mundo esta verdadera devoción.
  • Y no esperar en recompensa de este humilde servicio sino el honor de pertenecer a tan noble Princesa y la dicha de vivir unido por medio de Ella a Jesús, su Hijo, con lazo indisoluble en el tiempo de la eternidad.
  • ¡Gloria a Jesús en María!
  • ¡Gloria a María en Jesús!
  • ¡Gloria al solo Dios!
  • Antes de la Comunión:
  • 1º) Humíllate profundamente delante de Dios.
  • 2º) Renuncia a tus malas inclinaciones y a tus disposiciones, por buenas que te las haga ver el amor propio.
  • 3º) Renueva tu consagración diciendo: ¡Soy todo tuyo, oh María, y cuanto tengo es tuyo!
  • 4º) Suplica a esta bondadosa Madre que te preste su corazón para recibir en él a su Hijo con sus propias disposiciones. 
  • Dile, finalmente, que Jesús, que la ama en forma excepcional, desea todavía complacerse y descansar en Ella aunque sea en tu alma, más sucia y pobre que el establo en donde Jesús se dignó nacer porque allí estaba Ella.
  • Pídele su corazón con estas tiernas palabras: Tú eres mi todo; préstame tu corazón! (cfr. Jn. 19, 26 y Prov. 23, 26).
  • En la Comunión :
  • Dispuesto ya a recibir a Jesucristo, después del Padrenuestro, le dirás tres veces: Señor no soy digno de que entres en mi casa... (Mt. 8, 8; Lc. 7, 6): como si dijeses, la primera vez al Padre Eterno que no eres digno de recibir a su Hijo único, a causa de tus malos pensamientos e ingratitudes para con un Padre tan bueno, pero que ahí está María, su esclava, que ruega por ti y te da confianza y esperanza singulares ante su Majestad: Porque tú solo me das seguridad (Sal. 4, 9).
  • Al Hijo le dirás: Señor, no soy digno, etc., que no eres digno de recibirle a causa de tus palabras inútiles y malas y de tu infidelidad en su servicio, pero que no obstante, le suplicas tenga piedad de ti, que le introducirás en la casa de su propia Madre que es también tuya y que no le dejarás partir hasta que venga a habitar en Ella: Cuando encontré el amado de mi alma; lo abracé y no lo soltaré más hasta que lo haya hecho entrar en la casa de mi madre... (Cant. 3, 4).
  • Al Espíritu Santo le dirás: Señor, no soy digno..., que no eres digno de recibir la obra maestra de su amor a causa de la tibieza y maldad de tus acciones y de la resistencia a sus inspiraciones, pero que toda tu confianza es María, su fiel Esposa. 
  • Dile con san Bernardo: Ella es mi suprema confianza y la única razón de mi esperanza. Puedes también rogarle que venga a María, su indisoluble Esposa. Dile que su seno es tan puro y su corazón está tan inflamado como nunca que si no desciende a tu alma, ni Jesús ni María podrán formarse en ella ni ser en ella dignamente hospedados.
  • Después de la Comunión :
  • O te mantendrás profundamente humillado dentro de ti mismo, en presencia de Jesús que mora en María. O permanecerás como el esclavo a la puerta del palacio del Rey, quien dialoga con la Reina. Y mientras ellos hablan entre sí, dado que no te necesitan, subirás en espíritu al cielo e irás por toda la tierra a rogar a las criaturas que den gracias, adoren y amen a Jesús y a María en nombre suyo: Venga, adoremos, venid, etc. (Sal. 95, 6).
  • Hay mil pensamientos más que el Espíritu Santo sugiere y te sugerirá también a ti, si eres verdaderamente hombre interior, mortificado y fiel a la excelente y sublime devoción que acabo de enseñarte. 
  • Pero, acuérdate que cuanto más permitas a María obrar en tu Comunión, tanto más será glorificado Jesucristo, y que tanto más dejarás obrar a María para Jesús y a Jesús para María, cuanto más profundamente te humilles y los escuches en paz y silencio, sin inquietarte por ver, gustar o sentir. 
  • Porque el justo vive en todo de la fe y particularmente en la Sagrada Comunión, que es acto de fe: El justo mío, si cree, vivirá (Heb. 10, 38).




NOTA :
- Les dejo el audio libro del TRATADO...

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