Sin dudas, ...¡eres Padre!!..

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..y maravillosamente sorprendente, siempre eres NOVEDAD!!...SIN DUDA ERES PADRE!!...

domingo, 14 de febrero de 2021

MIÉRCOLES DE CENIZA 2021. Manual de oración




¡Hola, queridos amigos!!

Este Miércoles de Ceniza de este año 2021, también nos resulta muy especial debido al contexto de pandemia mundial que experimentamos: muchas Iglesias cerradas debido a las restricciones sanitarias, etc, etc


Pero, con la gracia de Dios, la Iglesia, nuestra Madre Iglesia se va fortaleciendo, pues muchos hogares se han constituído en pequeñas Iglesias vivas. Irradiando de esta manera esa fuerza, esa energía espiritual que tanto necesita nuestro mundo en estos días, pues son  Iglesia doméstica, a lo cuál está llamada a ser cada familia....


¡Mil gracias!!.. a nuestros hermanos sacerdotes, a los santuarios, a las parroquias que constantemente van actualizando las redes con todos los actos litúrgicos propios del Calendario Litúrgico.

Si bien es cierto, que la pandemia sorprendió al mundo, nos sorprendió a todos...rápidamente muchos continuaron evangelizando a través de las redes sociales.

Y cómo dice el refrán : "no hay mal que, por bien no venga"... toda esa pastoral virtual ha unificado mucho a nuestra Iglesia Universal, realzando indirectamente las Iglesias diocesanas (diócesis).


Particularmente, me fascina ver la unidad de la Iglesia en ese despliegue pastoral realizado y que se evidencia en los mass media. 

Vivimos tiempos nuevos que requieren, creo yo, un doble esfuerzo pastoral, un cambio de "chip"...y parafraseando a nuestro querido Papa Emérito, este "sexto continente" que es, este mundo globalizado en el cuál estamos todos inmersos.. y con una gran característica: ¡no hay fronteras físicas!!... 

Para todos aquellos que aún no estaban en las redes, pues la pandemia mundial los incorporó rápidamente: ¡sean bienvenidos!!

Nuevamente, ¡Gracias! hermanos sacerdotes por vuestro excelente trabajo...pero siempre esperando y rogando a Dios, por el el gran día en el cuál nuestros Templos puedan abrir sus puertas, para poder compartir nuestra fe en comunidad...


Entonces, el objetivo de este post, es dejarle los textos propios de la misa y liturgia de las horas del día Miércoles de Ceniza.

Así podrán, meditar las lecturas, rezar la liturgia de las horas y aplicarse la ceniza.

Les recuerdo, busquen la transmisión de la Santa Misa, ya sea por la tv o por las redes sociales..


PERO RECORDAR :

La Santa Misa de este Miércoles de Ceniza 2021, presidida por el Santo Padre, será transmitida por el canal oficial de la Santa Sede :

VATICAN NEWS (Several languages)

NOTA : 

Todas las diócesis y en consecuencias todas las parroquias, igualmente transmitirán las Eucaristías respectivas.

Estemos atentos a sintonizarlas ....






El posible ESQUEMA podría ser:

- Leer el texto elegido. Meditación

- Aplicación de la ceniza

- Canto y meditación del mismo.

Nota:

Puede ser individual o reuniendo a la famila, según las circunstancias.

Les dejo un video muy ilustrativo, que lo explica al detalle :




Y bueno!!! queridos hermanos:

¡Hoy es 14 de febrero!!!!

Celebramos a San Cirilo y San Metodio, patronos del continente europeo, les pedimos que fortalezca siempre en la fe, a todas las familias de ese continente hermano.

Y también celebramos al gran San Valentín,

Papa Francisco, bendice de manera especial a todos los matrimonios y a todos los novios que desean poner su amor a los pies de nuestro Señor.

¡Y que viva siempre el amor!!!



Oramos especialmente por todos los esposos, por todos los novios, por todos los enamorados...para que en ellos triunfe siempre el don de la FE, cimiento de todo!




y que, ¡viva el don de la amistad, siempre!!!






Ahora sí, hermanos,
seguidamente nos preparamos para este miércoles de ceniza....
Recordar, meditar el :



1. Santa Misa e Imposición de Cenizas 17 febrero 2021 Papa Francisco :




ÍNDICE (dar click)







I. LECTURAS DE LA SANTA MISA



Antífona

En la misa de este día se bendice y se impone la ceniza, hecha de los ramos de olivo o de otros árboles, bendecidos el año precedente.

La bendición e imposición de la ceniza se puede hacer también fuera de la misa. En este caso es recomendable que preceda una liturgia de la Palabra, utilizando la antífona de entrada, la oración colecta, las lecturas con sus cantos, como en la misa. Sigue después la homilía y la bendición e imposición de la ceniza. El rito concluye con la oración universal, bendición y despedida de los fieles.

Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste; pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan, y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.

Se omite el acto penitencial, ya que en esta celebración es sustituido por la imposición de la ceniza.

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Oración Colecta

Concédenos, Señor,
comenzar el combate cristiano con el ayuno santo,
para que, al luchar contra los enemigos espirituales,
seamos fortalecidos con la ayuda de la austeridad.
Por nuestro Señor Jesucristo.


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Primera Lectura
Jl 2, 12-18.

Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos.

Lectura de la profecía de Joel.

Ahora —oráculo del Señor—,,
convertíos a mí de todo corazón,
con ayunos, llantos y lamentos;
rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos,
y convertíos al Señor vuestro Dios,
un Dios compasivo y misericordioso,
lento a la cólera y rico en amor,
que se arrepiente del castigo.
¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá
dejando tras de sí la bendición,
ofrenda y libación
para el Señor, vuestro Dios!
Tocad la trompeta en Sion,
proclamad un ayuno santo,
convocad a la asamblea,
reunid a la gente,
santificad a la comunidad,
llamad a los ancianos;
congregad a los muchachos
y a los niños de pecho;
salga el esposo de la alcoba
y la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar
lloren los sacerdotes,
servidores del Señor,
y digan:
«Ten compasión de tu pueblo, Señor;
no entregues tu heredad al oprobio
ni a las burlas de los pueblos».
¿Por qué van a decir las gentes:
«Dónde está su Dios»?
Entonces se encendió
el celo de Dios por su tierra
y perdonó a su pueblo.

Palabra de Dios.

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Salmo Responsorial
Sal 50.

R. :

Misericordia, Señor: hemos pecado.


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad en tu presencia. R/.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza. R/.

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Segunda Lectura
2 Cor 5, 20-6, 2.

Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios.

HERMANOS:
Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice:
«En el tiempo favorable te escuché,
en el día de la salvación te ayudé».
Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.

Palabra de Dios.

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Aclamación antes del Evangelio

No endurezcáis hoy vuestro corazón;
escuchad la voz del Señor.

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Evangelio
Mt 6, 1-6.16-18.


Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará».

Palabra del Señor.

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No se dice Credo.
Bendición e imposición de la ceniza.

Después de la homilía, el sacerdote, de pie, dice con las manos juntas:

Con actitud humilde oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, para que se digne bendecir con su gracia estas cenizas que vamos a imponer en nuestras cabezas en señal de penitencia.

Y, después de una breve oración en silencio, con las manos extendidas, dice una de las siguientes oraciones:

Oh, Dios, que te dejas vencer por el que se humilla
y encuentras agrado en quien expía sus pecados,
escucha benignamente nuestras súplicas
y derrama la gracia ✠ de tu bendición
sobre estos siervos tuyos que van a recibir la ceniza,
para que, fieles a las prácticas cuaresmales,
puedan llegar, con el corazón limpio,
a la celebración del Misterio pascual de tu Hijo.
El, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

O bien:

Oh, Dios, que no quieres la muerte del pecador,
sino su arrepentimiento,
escucha con bondad nuestras súplicas
y dígnate bendecir ✠ esta ceniza
que vamos a imponer sobre nuestra cabeza;
y, porque sabemos que somos polvo y al polvo hemos de volver,
concédenos, por medio de las prácticas cuaresmales,
alcanzar el perdón de los pecados
y emprender una nueva vida
a imagen de tu Hijo resucitado.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

R/. Amén.

Y asperja con agua bendita las cenizas, sin decir nada.

Seguidamente, el sacerdote impone la ceniza a todos los presentes que se acercan hasta él; a cada uno le dice:

Convertíos y creed en el Evangelio. Cf. Mc 1, 15

O bien:

Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás. Cf. Gén 3, 19

Mientras tanto se canta:


Antífona 1 Cf. Jl 2, 13
Cambiemos nuestro vestido por la ceniza y el cilicio; ayunemos y lloremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados.


Antífona 2 Jl 2, 17; Est 4, 17
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y digan: ten compasión de tu pueblo y no cierres, Señor, los labios de los que te alaban.


Antífona 3 Sal 50, 3
Dios mío, borra mi culpa.

Puede repetirse después de cada uno de los versículos del salmo 50: Misericordia, Dios mío.

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Responsorio Cf. Bar 3, 2; Sal 78, 9

R/. Corrijamos aquello que por ignorancia hemos cometido, no sea que, sorprendidos por el día de la muerte, busquemos, sin poder encontrarlo, el tiempo de hacer penitencia. *Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

V/. Socórrenos, Dios Salvador nuestro; por el honor de tu nombre, líbranos, Señor. *Escucha, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.


Puede cantarse otro canto apropiado.

Acabada la imposición de la ceniza, el sacerdote se lava las manos y prosigue con la oración universal u oración de los fieles, continuando la misa en la forma acostumbrada.





Oración ofertorio

AL ofrecer el sacrificio que inaugura solemnemente la Cuaresma,
te pedimos, Señor,
que, mediante las obras de caridad y de penitencia,
dominemos las malas inclinaciones
y, limpios de pecado,
merezcamos celebrar piadosamente la pasión de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.




Prefacio

SIGNIFICACIÓN ESPIRITUAL DE LA CUARESMA

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.

V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

Tú has querido que te diésemos gracias
mediante la abstinencia,
para que nosotros, pecadores,
dominásemos con ella nuestro orgullo
e imitásemos tu generosidad
dando de comer a los necesitados.

Por eso, con los innumerables ángeles,
proclamamos tu grandeza y te alabamos con una sola voz:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.





Oración después de la Comunión

Los sacramentos que hemos recibido
nos sean de ayuda, Señor,
para que nuestros ayunos sean gratos a tus ojos
y nos sirvan de medicina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

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Oración sobre el pueblo
Antes de la despedida el sacerdote, ante el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice esta oración:


Oh, Dios, infunde propicio un espíritu de contrición
sobre los que se inclinan ante tu grandeza,
y merezcan conseguir misericordiosamente la recompensa
prometida a los que se arrepienten.
Por Jesucristo, nuestro Señor.






II. TEXTOS DE LA LITURGIA DE LAS HORAS

Oficio de Lecturas


V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

INVITATORIO

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»



HIMNO

Llorando los pecados
tu pueblo está, Señor.
Vuélvenos tu mirada
y danos el perdón.

Seguiremos tus pasos,
camino de la cruz,
subiendo hasta la cumbre
de la Pascua de luz.

La Cuaresma es combate;
las armas: oración,
limosnas y vigilias
por el Reino de Dios.

"Convertid vuestra vida,
volved a vuestro Dios,
y volveré a vosotros",
esto dice el Señor.

Tus palabras de vida
nos llevan hacia ti,
los días cuaresmales
nos las hacen sentir. Amén.
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Ant. 1. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.


Salmo 102
¡BENDICE, ALMA MÍA, AL SEÑOR!
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto (Lc 1, 78).

I

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila
se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

Ant. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.


Ant. 2. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

II

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen
nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

Los días del hombre
duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.

Ant. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.


Ant. 3. Bendecid al Señor, todas sus obras.

III

Pero la misericordia del Señor
dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.

Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.

¡Bendice, alma mía, al Señor!

Ant. Bendecid al Señor, todas sus obras.



VERSÍCULO

V. Convertíos y haced penitencia.
R. Haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.

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PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 58, 1-12
EL AYUNO QUE AGRADA A DIOS

Así dice el Señor: Clama a voz en grito, no te moderes; levanta tu voz como cuerno y denuncia a mi pueblo su rebeldía y a la casa de Jacob sus pecados. A mí me buscan día a día y les agrada conocer mis caminos, como si fueran gente que la virtud practica y el rito de su Dios no hubiesen abandonado. Me preguntan por las leyes justas, la vecindad de su Dios les agrada. ¿Por qué ayunamos, si tú no lo ves? ¿Para qué nos humillamos, si tú no lo sabes? Es que el día en que ayunabais, buscabais vuestro negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores. Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos a malvados. No ayunéis como hoy, para hacer oír en las alturas vuestra voz. ¿Acaso es éste el ayuno que yo quiero el día en que se humilla el hombre? ¿Había que doblegar como junco la cabeza, en sayal y ceniza estarse echado? ¿A eso llamáis ayuno y día grato al Señor? ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo? ¿No será partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes? Entonces brotará tu luz como la aurora, y tu herida se curará rápidamente. Te precederá tu justicia, la gloria del Señor te seguirá. Entonces clamarás, y el Señor te responderá, pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy.» Si apartas de ti todo yugo, no apuntas con el dedo y no hablas maldad, repartes al hambriento tu pan, y al alma afligida dejas saciada, resplandecerá en las tinieblas tu luz, y lo oscuro de ti será como mediodía. Te guiará el Señor de continuo, hartará en los sequedales tu alma, dará vigor a tus huesos, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan. Reedificarán, de ti, tus ruinas antiguas, levantarás los cimientos de pasadas generaciones, se te llamará Reparador de brechas, y Restaurador de senderos frecuentados.

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RESPONSORIO Is 58, 6. 7. 9; Mt 25, 31. 34. 35

V. El ayuno que yo quiero es éste —dice el Señor—: partir tu pan con el que tiene hambre, dar hospedaje a los pobres que no tienen techo.
R. Entonces clamarás al Señor y él te responderá, gritarás y él te dirá: «Aquí estoy.»
V. Cuando venga el Hijo del hombre dirá a los que están a su derecha: «Venid, pues tuve hambre y me disteis de comer.»
R. Entonces clamarás al Señor y él te responderá, gritarás y él te dirá: «Aquí estoy.»




SEGUNDA LECTURA

De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios.
(Caps. 7, 4-8, 3; 8, 5-9, 1; 13, 1-4; 19, 2: Funk 1, 71-73. 77-78. 87)
CONVERTÍOS


Fijemos con atención nuestra mirada en la sangre de Cristo, y reconozcamos cuán preciosa ha sido a los ojos de Dios, su Padre, pues, derramada por nuestra salvación, alcanzó la gracia de la penitencia para todo el mundo. Recorramos todos los tiempos, y aprenderemos cómo el Señor, de generación en generación, concedió un tiempo de penitencia a los que deseaban convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que lo escucharon se salvaron. Jonás anunció a los ninivitas la destrucción de su ciudad, y ellos, arrepentidos de sus pecados, pidieron perdón a Dios y, a fuerza de súplicas, alcanzaron la indulgencia, a pesar de no ser del pueblo elegido. De la penitencia hablaron, inspirados por el Espíritu Santo, los que fueron ministros de la gracia de Dios. Y el mismo Señor de todas las cosas habló también, con juramento, de la penitencia diciendo: Por mi vida —oráculo del Señor—, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta; y añade aquella hermosa sentencia: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo «Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como púrpura y rojos como escarlata, si os convertís a mí de todo corazón y decís: "Padre", os escucharé como a mi pueblo santo».
Queriendo, pues, el Señor que todos los que él ama tengan parte en la penitencia, lo confirmó así con su omnipotente voluntad. Obedezcamos, por tanto, a su magnífico y glorioso designio, e, implorando con súplicas su misericordia y benignidad, recurramos a su benevolencia y convirtámonos, dejadas a un lado las vanas obras, las contiendas y la envidia, que conduce a la muerte. Seamos, pues, humildes, hermanos, y, deponiendo toda jactancia, ostentación e insensatez, y los arrebatos de la ira, cumplamos lo que está escrito, pues lo dice el Espíritu Santo: No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza; el que se gloríe, que se gloríe en el Señor, para buscarle a él y practicar el derecho y la justicia; especialmente si tenemos presentes las palabras del Señor Jesús, aquellas que pronunció para enseñarnos la benignidad y la longanimidad. Dijo, en efecto: Sed misericordiosos, y alcanzaréis misericordia; perdonad, y se os perdonará; como vosotros hagáis, así se os hará a vosotros; dad, y se os dará; no juzguéis, y no os juzgarán; como usareis la benignidad, así la usarán con vosotros; la medida que uséis la usarán con vosotros. Que estos mandamientos y estos preceptos nos comuniquen firmeza para poder caminar, con toda humildad, en la obediencia a sus santos consejos. Pues dice la Escritura santa: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras. Como quiera, pues, que hemos participado de tantos, tan grandes y tan ilustres hechos, emprendamos otra vez la carrera hacia la meta de paz que nos fue anunciada desde el principio y fijemos nuestra mirada en el Padre y Creador del universo, acogiéndonos a los magníficos y sobreabundantes dones y beneficios de su paz.




RESPONSORIO

V. Que el malvado abandone su camino y el criminal sus planes; que regrese al Señor y él tendrá piedad; 
R. Porque el Señor, nuestro Dios, es compasivo y misericordioso y se arrepiente de las amenazas.
V. No se complace el Señor en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.
R. Porque el Señor, nuestro Dios, es compasivo y misericordioso y se arrepiente de las amenazas.

ORACIÓN

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.





Laudes

V. Señor, ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

INVITATORIO

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras."

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

HIMNO
Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cundo nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.
Este mundo bueno fue
si bien usásemos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos.
Aun aquel Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió. Amén.



SALMODIA

Ant. 1.
Contra ti, contra ti solo pequé, Señor, ten misericordia de mí.


Salmo 50
CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO
Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana (Cf. Ef 4, 23-24).


Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti sólo pequé,
cometí la maldad que aborreces.

En la sentencia tendrás razón,
en el juicio resultarás inocente.
Mira, en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.

Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

Líbrame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador mío,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias.

Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Ant. Contra ti, contra ti solo pequé, Señor; ten misericordia de mí.

Ant. 2. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad; hemos pecado contra ti.


Cántico Jr 14, 17-21
LAMENTACIÓN DEL PUEBLO EN TIEMPO DE HAMBRE Y DE GUERRA
Está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia (Mc 1, 15).


Mis ojos se deshacen en lágrimas,
día y noche no cesan:
por la terrible desgracia de la doncella de mi pueblo,
una herida de fuertes dolores.

Salgo al campo: muertos a espada;
entro en la ciudad: desfallecidos de hambre;
tanto el profeta como el sacerdote
vagan sin sentido por el país.

¿Por qué has rechazado del todo a Judá?
¿Tiene asco tu garganta de Sión?
¿Por qué nos has herido sin remedio?
Se espera la paz, y no hay bienestar,
al tiempo de la cura sucede la turbación.

Señor, reconocemos nuestra impiedad,
la culpa de nuestros padres,
porque pecamos contra ti.

No nos rechaces, por tu nombre,
no desprestigies tu trono glorioso;
recuerda y no rompas tu alianza con nosotros.

Ant. Reconocemos, Señor, nuestra impiedad, hemos pecado contra ti.


Ant. 3. El Señor es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.


Salmo 99
ALEGRÍA DE LOS QUE ENTRAN EN EL TEMPLO
Los redimidos deben entonar un canto de victoria (S. Atanasio).


Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre:

"El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades".

Ant. El Señor es Dios, y nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.




LECTURA BREVE Dt 7, 6. 8-9
El Señor, tu Dios te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones.

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RESPONSORIO BREVE

V. Él me librará de la red del cazador.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Me cubrirá con sus plumas.
R. Él me librará de la red del cazador.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Él me librará de la red del cazador.





CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos como los hipócritas.


BENEDICTUS Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR



Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos como los hipócritas.

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PRECES
Demos gracias a Dios Padre, que nos concede el don de iniciar hoy el tiempo cuaresmal; roguémosle que, durante estos días de salvación, la acción de su Espíritu purifique nuestros corazones y los llene de su amor, y digámosle:

Danos, Señor, tu Espíritu Santo.

Danos vivir de toda palabra
—que sale de tu boca.

Haz que busquemos la caridad no únicamente en los acontecimientos importantes,
—sino, ante todo, en la vida ordinaria.

Concédenos observar el ayuno que te agrada,
—compartiendo nuestro pan con los hambrientos.

Danos llevar en nuestros cuerpos la muerte de tu Hijo,
—tú que nos has vivificado en su cuerpo.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

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ORACIÓN

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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Hora Intermedia

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Pastor, que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
tú me hiciste cayado de este leño
en que tiendes los brazos poderosos.

Vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.

Vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguir empeño
tus dulces silbos y tus pies hermosos.

Oye, Pastor, que por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.

Espera, pues, y escucha mis cuidados.
Pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás, para esperar, los pies clavados? Amén.


SALMODIA

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

Salmo 118, 145-152

Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a ti grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

Ant. 2. «Por mi vida —oráculo del Señor—, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva».


Salmo 93
INVOCACIÓN A LA JUSTICIA DE DIOS CONTRA LOS OPRESORES

El vengador de todo esto es el Señor. Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada (1 Ts 4, 6. 7).

I

Dios de la venganza, Señor,
Dios de la venganza, resplandece.
Levántate, juzga la tierra,
paga su merecido a los soberbios.

¿Hasta cuándo, Señor, los culpables,
hasta cuándo triunfarán los culpables?
Discursean profiriendo insolencias,
se jactan los malhechores;

trituran, Señor, a tu pueblo,
oprimen a tu heredad;
asesinan a viudas y forasteros,
degüellan a los huérfanos,
y comentan: "Dios no lo ve,
el Dios de Jacob no se entera".

Enteraos, los más necios del pueblo,
ignorantes, ¿cuándo discurriréis?
El que plantó el oído ¿no va a oír?
El que formó el ojo ¿no va a ver?

El que educa a los pueblos ¿no va a castigar?
El que instruye al hombre ¿no va a saber?
Sabe el Señor que los pensamientos del hombre
son insustanciales.

Ant. «Por mi vida —oráculo del Señor—, no quiero la muerte del pecador, sino que se convierta de su conducta y que viva».


Ant. 3. Empuñando las armas de la justicia, hagámonos recomendables a Dios por nuestra paciencia.


II

Dichoso el hombre a quien tú educas,
al que enseñas tu ley,
dándole descanso tras los años duros,
mientras al malvado le cavan la fosa.

Porque el Señor no rechaza a su pueblo,
ni abandona su heredad:
el justo obtendrá su derecho,
y un porvenir los rectos de corazón.

¿Quién se pone a mi favor contra los perversos,
quién se coloca a mi lado frente a los malhechores?
Si el Señor no me hubiera auxiliado,
ya estaría yo habitando en el silencio.

Cuando me parece que voy a tropezar,
tu misericordia, Señor, me sostiene;
cuando se multiplican mis preocupaciones,
tus consuelos son mi delicia.

¿Podrá aliarse contigo un tribunal inicuo
que dicta injusticias en nombre de la ley?

Aunque atenten contra la vida del justo
y condenen a muerte al inocente,
el Señor será mi alcázar,
Dios será mi roca de refugio.

Él les pagará su iniquidad,
los destruirá por sus maldades,
los destruirá el Señor, nuestro Dios.

Ant. Empuñando las armas de la justicia, hagámonos recomendables a Dios por nuestra paciencia.

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TERCIA

LECTURA BREVE Ez 18, 30b-32
«Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos, y no caeréis en pecado. Quitaos de encima los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo; y así no moriréis, casa de Israel. Pues no quiero la muerte de nadie —oráculo del Señor—. ¡Arrepentíos, y viviréis!» ^


V. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.
R. Renuévame por dentro con espíritu firme.


ORACIÓN

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.





SEXTA

LECTURA BREVE Za 1, 3b-4b

«Convertíos a mí —oráculo del Señor de los ejércitos—, y me convertiré a vosotros —dice el Señor de los ejércitos—. No seáis como vuestros padres, a quienes predicaban los antiguos profetas: “Así dice el Señor: Convertíos de vuestra mala conducta y de vuestras malas obras”, pero no me obedecieron».


V. Aparta de mi pecado tu vista.
R. Borra en mí toda culpa.



ORACIÓN

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.

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NONA

LECTURA BREVE Dn 4, 24b

Expía tus pecados con limosnas, tus delitos socorriendo a los pobres, para que dure tu paz.

V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.
R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.


ORACIÓN

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por nuestro Señor Jesucristo.


CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.




Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


HIMNO

Te damos gracias, Señor,
porque has depuesto la ira
y has detenido ante el pueblo
la mano que lo castiga.

Tú eres el Dios que nos salva,
la luz que nos ilumina,
la mano que nos sostiene
y el techo que nos cobija.

Y sacaremos con gozo
del manantial de la Vida
las aguas que dan al hombre
la fuerza que resucita.

Entonces proclamaremos:
"¡Cantadle con alegría!
¡El nombre de Dios es grande;
su caridad, infinita!

¡Que alabe al Señor la tierra!
Contadle sus maravillas.
¡Qué grande, en medio del pueblo,
el Dios que nos justifica!". Amén.

SALMODIA

Ant. 1. Señor, tu saber me sobrepasa.


Salmo 138, 1-18. 23-24

TODO ESTÁ PRESENTE A LOS OJOS DE DIOS
¿Quién ha conocido jamás la mente del Señor? ¿Quién ha sido su consejero? (Rom 11, 34).


I

Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua,
y ya, Señor, te la sabes toda.
Me estrechas detrás y delante,
me cubres con tu palma.
Tanto saber me sobrepasa,
es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,
adónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.

Si digo: "que al menos la tiniebla me encubra,
que la luz se haga noche en torno a mí",
ni la tiniebla es oscura para ti,
la noche es clara como el día.

Ant. Señor, tu saber me sobrepasa.

Ant. 2. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.


II

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias,
porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma,
no desconocías mis huesos.

Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra,
tus ojos veían mis acciones,
se escribían todas en tu libro;
calculados estaban mis días
antes que llegase el primero.

¡Qué incomparables encuentro tus designios,
Dios mío, qué inmenso es su conjunto!
Si me pongo a contarlos, son más que arena;
si los doy por terminados, aún me quedas tú.

Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno.

Ant. Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta.

Ant. 3. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.


Cántico Col 1, 12-20
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS


Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
las celestes y terrestres, visibles e invisibles,
tronos, dominaciones, principados, potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Ant. Por medio de él fueron creadas todas las cosas, y todo se mantiene en él.

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LECTURA BREVE Flp 2, 12b-15a

Seguid actuando vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor. Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha.


RESPONSORIO BREVE

V. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”
V. Sáname, porque he pecado contra ti.
R. Señor, ten misericordia.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Yo dije: “Señor, ten misericordia.”

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CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.



MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR



Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.

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PRECES
Demos gracias a Dios Padre, que estableció en la sangre de Cristo una alianza nueva y eterna con su pueblo y la renueva en el sacramento del altar, y supliquémosle, diciendo:

Bendice, Señor, a tu pueblo.

Dirige, Señor, por los caminos de tu voluntad, el sentir de los pueblos y la mente de sus gobernantes,
—para que procuren con empeño el bien común.

Aumenta el fervor de aquellos que, habiéndolo dejado todo, siguieron a Cristo,
—para que manifiesten con su testimonio la vida de la Iglesia.

Tú que creaste a todos los hombres a imagen tuya,
—haz que sintamos horror de las injusticias y desigualdades entre los hombres.

Llama a tu amistad y a tu verdad a los que viven alejados de ti,
—y a nosotros enséñanos cómo podemos ayudarlos. 13

Admite a los difuntos en tu gloria,
—para que te alaben eternamente.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.


ORACIÓN

Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma, para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por Jesucristo nuestro Señor.


CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.




Completas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.


EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos: Llegados al fin de esta jornada que Dios nos ha concedido, agradezcamos sus dones y reconozcamos humildemente nuestros pecados.

Todos examinan en silencio su conciencia. Terminado el examen se añade una de las siguientes fórmulas penitenciales:


I
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.


II
V. Señor, ten misericordia de nosotros.
R. Porque hemos pecado contra ti.
V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.

V. Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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HIMNO

Tras las cimas más altas,
todas las noches
mi corazón te sueña,
no te conoce.

¿Entre qué manos, dime,
duerme la noche,
la música en la brisa,
mi amor en dónde?

¿La infancia de mis ojos
y el leve roce
de la sangre en mis venas,
Señor, en dónde?

Lo mismo que las nubes,
y más veloces,
¿las horas de mi infancia,
Señor, en dónde?

Tras las cimas más altas,
todas las noches
mi corazón te sueña,
no te conoce.

Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén.




SALMODIA

Ant. 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.


Salmo 30, 2-6
SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS
Padre en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23, 46).


A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
Tú, el Dios leal, me librarás

Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.


Ant. 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Salmo 129
DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR
Él salvará a su pueblo de los pecados (Mt 1,21).


Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

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LECTURA BREVE Ef 4, 26-27

No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis resquicio al diablo.

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RESPONSORIO BREVE

V. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

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CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.


Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

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ORACIÓN

Señor Jesucristo, que eres manso y humilde de corazón y ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.


CONCLUSIÓN


V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

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INVOCACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, hermosa doncella,
ruega a Cristo por nosotros.





PARA REFLEXIONAR ....