Sin dudas, ...¡eres Padre!!..

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..y maravillosamente sorprendente, siempre eres NOVEDAD!!...SIN DUDA ERES PADRE!!...

martes, 19 de enero de 2021

SANTA INÉS : Liturgia de las horas. Común de virgenes





Queridos hermanos :
Santa Inés de Roma, se caracteriza por la virginidad, el pudor, el recato, la castidad.... muchas veces, valores olvidados en nuestra sociedad actual.

Que estos textos maravillosos nos introduzcan en ese mundo singular y escatológico de la virginidad...

Queridos hermanos,
les deseo un hermoso momento de conversación con Dios, nuestro Padre y Hacedor... a través del rezo de la liturgia de las horas.

También les recuerdo que, ojalá ya todos se hayan iniciado en esta hermosa práctica oracional de la liturgia de las horas. Ya sea, que recen con los libros propios o con las apps de la web. Así recen, en el momento que puedan...pues, unimos nuestras voces y las hacemos llegar al Cielo, a través de la oración universal de nuestra santa Madre la Iglesia...y parafraseando el texto bíblico : "la oración se eleva como incienso en su Presencia" (cfr. Salmo 141,2)

Salmo 141
2 que mi oración suba hasta ti como el incienso,
y mis manos en alto, como la ofrenda de la tarde,
3 Coloca, Señor, un guardián en mi boca
y un centinela a la puerta de mis labios;
4 no dejes que mi corazón se incline a la maldad,
o a cometer delitos con hombres perversos.
¡No, nunca gustaré de sus manjares!



A continuación, les dejo los textos ...









Liturgia de la Horas



I Vísperas



HIMNO


I
Dichosa tú, que, entre todas,
fuiste por Dios sorprendida
con tu lámpara encendida
para el banquete de bodas.

Con el abrazo inocente
de un hondo pacto amoroso,
vienes a unirte al Esposo
por virgen y por prudente.

Enséñanos a vivir,
ayúdenos tu oración,
danos en la tentación
la gracia de resistir.

Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria,
y gloria por esta gloria
que alegra a la humanidad. Amén.


II.
La gracia de mujer es toda Gracia,
lirios de Dios de eterna primavera,
vosotras sois mujeres sin falacia
de encantos de virtud perecedera.

Bella es la creación que dio a estas flores
su cáliz virginal y el dulce encanto
del amor del Señor de sus amores,
eterna melodía de su canto.

Llamó el divino amor a vuestra puerta,
de par en par el corazón abristeis;
si grande fue la siembra en vuestra huerta,
frondosa es la cosecha que le disteis.

Demos gracias a Dios por las estrellas
que brillan en la noche de la vida,
es la luz de la fe que fulge en ellas
con amor y esperanza sin medida. Amén.




SALMODIA

Ant. 1. Venid, hijas, contemplad al Señor y quedaréis radiantes. 

Salmo 112
ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Derriba del trono a los poderosos y
enaltece a los humildes. (Lc 1, 52)


Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Se puede repetir la antífona.


Ant. 2. Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos y buscamos tu rostro; Señor, no nos defraudes.

Salmo 147
RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN

Ven y te mostraré la desposada,
la esposa del Cordero. (Ap 21, 9)


Glorifica al Señor, Jerusalén;
+ alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Se puede repetir la antífona.

Ant. 3. Alegraos, vírgenes de Cristo, y gozad de vuestro desposorio divino que ya no tendrá fin.

Cántico (Ef 1, 3-10)
PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Se puede repetir la antífona.



LECTURA BREVE (1Co 7, 32. 34)

El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.



RESPONSORIO BREVE


V. Mi porción es el Señor, dice mi alma.
R. Mi porción es el Señor, dice mi alma.

V. Bueno es el Señor para el alma que lo busca.
R. Dice mi alma.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Mi porción es el Señor, dice mi alma.





CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona
Mirad, la virgen esforzada sigue ya al Cordero que fue crucificado por nosotros; también ella, como el Señor, ha sido víctima pura, una hostia inmaculada.


Cántico de María. 
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR 
Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Mirad, la virgen esforzada sigue ya al Cordero que fue crucificado por nosotros; también ella, como el Señor, ha sido víctima pura, una hostia inmaculada. 









PRECES

Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes, a causa del reino de Dios, y supliquémosle diciendo:
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.

Señor Jesucristo, tú que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin mancha ni arruga,
haz que sea siempre santa e inmaculada.

Señor Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas,
no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti.

Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta,
concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.

Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de santa N., virgen,
concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
admite también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino.

Oremos con Jesús, diciendo a nuestro Padre: Padre nuestro.


Oración

Dios todopoderoso y eterno, que eliges a los débiles para confundir a los fuertes de este mundo;
concédenos a cuantos celebramos el triunfo
de tu mártir santa Inés imitar la firmeza de su fe.
Por nuestro Señor Jesucristo.













Oficio de lectura


HIMNO

Esta mujer no quiso
tomar varón ni darle su ternura,
selló su compromiso
con otro amor que dura
sobre el amor de toda criatura.

Y tanto se apresura
a zaga de la huella del Amado,
que en él se transfigura,
y el cuerpo anonadado
ya está por el amor resucitado.

Aquí la Iglesia canta
la condición futura de la historia,
y el cuerpo se adelanta
en esta humilde gloria
a la consumación de su victoria.

Mirad los regocijos
de la que por estéril sollozaba
y se llenó de hijos,
porque el Señor miraba
la pequeñez humilde de su esclava. Amén.


SALMODIA

Ant. 1: Virgen ilustre, sensata, prudente en tu decisión, tienes como esposo del alma al Verbo inmaculado.

Salmo 18 A

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo murmura.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

Allí le ha puesto su tienda al sol:
él sale como el esposo de su alcoba,
contento como un héroe, a recorrer su camino.

Asoma por un extremo del cielo,
y su órbita llega al otro extremo:
nada se libra de su calor.

Ant. 1: Virgen ilustre, sensata, prudente en tu decisión, tienes como esposo del alma al Verbo inmaculado.




Ant. 2: Por amor a mi Señor Jesucristo, tuve en nada los bienes de este mundo y del tiempo presente.

Salmo 44

I

Me brota del corazón un poema bello,
recito mis versos a un rey;
mi lengua es ágil pluma de escribano.

Eres el más bello de los hombres,
en tus labios se derrama la gracia,
el Señor te bendice eternamente.

Cíñete al flanco la espada, valiente:
es tu gala y tu orgullo;
cabalga victorioso por la verdad y la justicia,
tu diestra te enseñe a realizar proezas.
Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,
se acobardan los enemigos del rey.

Tu trono, ¡oh dios!, permanece para siempre;
cetro de rectitud es tu cetro real;
has amado la justicia y odiado la impiedad:
por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido
con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina
enjoyada con oro de Ofir.

Ant. 2: Por amor a mi Señor Jesucristo, tuve en nada los bienes de este mundo y del tiempo presente.



Ant. 3: Prendado está el rey de tu belleza, porque él es tu Señor y tu Dios.

II

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna:
prendado está el rey de tu belleza,
póstrate ante él, que él es tu señor.
La ciudad de Tiro viene con regalos,
los pueblos más ricos buscan tu favor.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras:
las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.

«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra.»

Quiero hacer memorable tu nombre
por generaciones y generaciones,
y los pueblos te alabarán,
por los siglos de los siglos.

Ant. 3: Prendado está el rey de tu belleza, porque él es tu Señor y tu Dios. 


Responsorio

V. Me enseñarás el sendero de la vida. 
R. Me saciarás de gozo en tu presencia.




PRIMERA LECTURA

De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 25-40

LA VIRGINIDAD CRISTIANA

Hermanos: Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor. Estimo que es un bIen, por la necesidad actual: quiero decir que es un bien vivir así.
¿Estás unido a una mujer? No busques la separación. ¿Estás libre? No busques mujer; aunque si te casas, no haces mal; y si una soltera se casa, tampoco hace mal. Pero estos tales sufrirán la tribulación de la carne. Yo respeto vuestras razones.
Os digo esto, hermanos: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina.
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar á su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la mujer sin .marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para vuestro bien, no para panera s una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Si, a pesar de todo, alguien cree faltar a la conveniencia respecto de su doncella, por estar en la flor de su edad, y conviene proceder así, haga lo que quiera, no hace mal; cásense. Mas el que permanece firme en su corazón, y sin presión alguna y en pleno uso de su libertad está resuelto en su interior a guardar a su doncella, hará bien. Así pues, el que casa a su doncella obra bien. Y el que no la casa obra mejor.
La mujer está ligada a su marido mientras él viva; mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero en el Señor. Sin embargo, será más feliz si permanece así según mi consejo; que yo también creo tener el Espíritu de Dios.



Responsorio

R. Prendado está el rey de tu belleza, obra de sus manos; él es tu Dios y tu rey. * Tu reyes al mismo tiempo tu esposo.
V. Has tomado por esposo al rey y Dios; él te ha dotado, él te ha engalanado, te ha redimido; te ha santificado.
R. Tu rey es al mismo tiempo tu esposo.




SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre el comportamiento de las vírgenes

(Núms. 3-4. 22. 23: CSEL 3, 189-190. 202-204)


EL GOZO DE LA MADRE IGLESIA CRECE CON EL NÚMERO DE VÍRGENES

Nos dirigimos ahora a las vírgenes, ya que su estado, por más glorioso, es por eso mismo más acreedor a nuestra atención. Ellas son las flores de la Iglesia, honor y obra maestra de la gracia espiritual, esplendor de la naturaleza, obra perfecta e incorrupta de loor y gloria, imagen de Dios que responde a la santidad del Señor, porción la más ilustre del rebaño de Cristo. A causa de ellas se alegra, y en ellas florece ampliamente, la gloriosa fecundidad de la madre Iglesia, y su gozo crece en proporción del número creciente de vírgenes. A ellas nos dirigimos, exhortándolas, más con nuestro afecto que con nuestra autoridad; y, conscientes de nuestra pequeñez e insignificancia, no es que queramos reprender relajación alguna, sino que nuestra superior solicitud para con ellas nos hace ser más cautos por el temor de las acometidas del diablo.
Y no es inútil esta precaución ni vano este temor que se preocupa del camino de la salvación, de la guarda de los preceptos de vida del Señor, con el fin de que las que se han consagrado a Cristo y, apartándose de la concupiscencia de la carne, se han entregado a Dios en cuerpo y alma, completen su obra, que tiene asignada un gran premio, y no se preocupen por engalanarse o agradar a nadie fuera de su Señor, de quien esperan el premio de la virginidad.
Conservad, vírgenes, conservad lo que comenzasteis a ser. Conservad lo que seréis. Os está destinada una gran recompensa, un gran premio por vuestra virtud, el máximo galardón de la castidad. Vosotras habéis empezado a ser lo que seremos todos en el mundo futuro. Vosotras poseéis ya en este mundo la gloria de la resurrección, pasáis por el mundo sin dejaras mancillar por el mundo; perseverando en vuestra castidad y virginidad, sois. como los ángeles de Dios. Permanezca tan sólo y persevere firme e incorrupta vuestra virginidad y, así como empezó con fuerte decisión, persevere hasta el fin, sin buscar el adorno de joyas o vestidos, sino el de las virtudes.
Oigamos lo que dice aquel Apóstol que el Señor llamó su instrumento elegido y al que Dios envió para revelar los mandatos celestiales: El primer hombre -dice-, hecho de tierra, era terreno; el segundo es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno; seremos también imagen del hombre celestial. Esta imagen la ha revestido ya la virginidad, la. integridad, la santidad y la verdad.


Responsorio 1Co 7, 34; Sal 72, 26

R. La mujer sin marido y la soltera * se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.
V. Se consume mi corazón por Dios, mi herencia eterna.
R. Se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.


o bien esta otra:


Del Decreto Perféctae caritatis, sobre la renovación de la vida religiosa, del Concilio Vaticano segundo

(Núms. 1. 5. 6. 12)


LA IGLESIA TIENE A CRISTO POR ESPOSO ÚNICO

Desde los principios de la Iglesia hubo hombres y mujeres que se propusieron seguir a Cristo con mayor libertad por la práctica de los consejos evangélicos e imitarlo más de cerca, y cada uno a su manera llevaron una vida consagrada a Dios. Muchos de los cuales, por inspiración del Espíritu Santo, o vivieron en la soledad o fundaron familias religiosas, que la Iglesia recibió y aprobó gustosa con su autoridad. De aquí, por disposición divina, surgió una admirable variedad de grupos religiosos, que contribuyó mucho a que la Iglesia no sólo esté dispuesta para toda obra buena y preparada, en función de su ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, sino que también aparezca adornada con la variedad de los dones de sus hijos, como una novia que se adorna para su esposo, y por ella se conozca la multiforme sabiduría de Dios.
En medio de esta gran variedad de dones, todos cuantos son llamados por Dios a la práctica de los consejos evangélicos, y la profesan fielmente, se entregan de una manera peculiar al Señor, siguiendo a Cristo, que, virgen y pobre, redimió y santificó a los hombres por la obediencia hasta la muerte de cruz. Impulsados así por la caridad, que el Espíritu Santo difunde en sus corazones viven cada vez más para Cristo y para su cuerpo, que es la Iglesia. Cuanto más fervientemente se unen a Cristo por su entrega personal durante toda la vida tanto más se desarrolla la vida de la Iglesia y más vigorosamente se fecunda .su apostolado.
Piensen los miembros de cualquier instituto que por la profesión de los consejos evangélicos respondieron a la vocación divina, de forma que vivan para Dios, no sólo muertos al pecado, sino también renunciando al mundo. Entregaron toda su vida a su servicio, lo cual constituye una cierta consagración peculiar, que se funda íntimamente en la consagración del bautismo y la expresa en su totalidad.
Los que profesan los consejos evangélicos busquen y amen sobre todas las cosas a Dios, que nos amó primero, y procuren fomentar en todas las circunstancias la vida. escondida con Cristo en Dios, de donde dimana y se estimula el amor del prójimo para la salvación del mundo y edificación de la Iglesia. Esta caridad, por su parte, anima y dirige el mismo cumplimiento de los consejos evangélicos.
La castidad que los religiosos profesan por el reino de los cielos ha de considerarse como un don exquisito de la gracia. Pues libera el corazón del hombre de una forma especial, para que más se inflame con la caridad para con Dios y para con todos los hombres y, por tanto, es una señal característica de los bienes celestiales y un medio aptísimo con que los religiosos se dediquen decididamente al servicio divino y a las obras del apostolado. De esta forma ellos recuerdan a todos los cristianos aquel maravilloso matrimonio establecido por Dios, y que ha de revelarse totalmente en la vida futura, por el que la Iglesia tiene a Cristo por esposo único.


Responsorio

R. ¡Qué hermosa eres, virgen de Cristo! * Tú que has merecido recibir la corona del Señor, la corona de la virginidad perpetua.
V. Nadie podrá quitar te la palma de la virginidad, ni separarte del amor de Cristo.
R. Tú que has merecido recibir la corona del Señor, la corona de la virginidad perpetua.





Laudes


INVITATORIO

V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.

Puede añadirse el salmo invitatorio, con la siguiente antífona:
Venid, adoremos al Señor, rey de las vírgenes.
O bien:
Venid, adoremos al Cordero, al Esposo acompañado por el cortejo de vírgenes.



HIMNO

Nos apremia el amor, vírgenes santas,
vosotras, que seguisteis su camino,
guiadnos por las sendas de las almas
que hicieron de su amor amar divino.

Esperasteis en vela a vuestro Esposo
en la noche fugaz de vuestra vida,
cuando llamó a la puerta, vuestro gozo
fue contemplar su gloria sin medida.

Vuestra fe y vuestro amor, un fuego ardiente
que mantuvo la llama en la tardanza,
vuestra antorcha encendida ansiosamente
ha colmado de luz vuestra esperanza.

Pues gozáis ya las nupcias que el Cordero
con la Iglesia de Dios ha celebrado,
no dejéis que se apague nuestro fuego
en la pereza y el sueño del pecado.

Demos gracias a Dios y, humildemente,
pidamos al Señor que su llamada
nos encuentre en vigilia permanente,
despiertos en la fe y en veste blanca. Amén.




SALMODIA

Ant. 1. Libremente confieso a Cristo; de Cristo está sedienta mi alma; deseo estar por siempre con Cristo.

Salmo 62, 2-9
El ALMA SEDIENTA DE DIOS

Madruga por Dios todo el que re-
chaza las obras de las tinieblas.


¡Oh Dios!, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciará de manjares exquisitos,
y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo:
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Se puede repetir la antífona.

Ant. 2. Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha coronado ya su obra. 


Cántico (Dn 3, 57-88. 56)
TODA LA CREACION ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos. (Ap 19, 5)

Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;.
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.

No se dice Gloria al Padre.

Se puede repetir la antífona.



Ant. 3. Que los santos se alegren en la gloria, pues han conseguido una brillante victoria sobre la carne y la sangre.


Salmo 149
ALEGRIA DE LOS SANTOS

Los hijos de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, se
alegran en su Rey, Cristo, el Señor. (Hesiquio)


Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Se puede repetir la antífona.




LECTURA BREVE Ct 8, 7

Las aguas torrenciales no podrían apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.




RESPONSORIO BREVE


V. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.
R. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.

V. Tu rostro buscaré, Señor.
R. Buscad mi rostro.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Oigo en mi corazón: buscad mi rostro.




CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona
Al que deseé ya lo contemplo, al que esperaba ya lo poseo; en el cielo estoy unida con aquel a quien tan ardientemente amé cuando estaba en la tierra.

Cántico de Zacarías. 
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Al que deseé ya lo contemplo, al que esperaba ya lo poseo; en el cielo estoy unida con aquel a quien tan ardientemente amé cuando estaba en la tierra.






PRECES

Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle diciendo:
Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos.

Señor Jesucristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
concédenos que nada nos aparte de tu amor.

Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes,
por su intercesión concédenos recibirte siempre con pureza de corazón.

Por intercesión de las santas vírgenes que te sirvieron siempre con fidelidad, consagradas a ti en cuerpo y alma,
ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno.

Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban,
concédenos que aguardemos tu retorno glorioso con una esperanza activa.

Por intercesión de santa N, que fue virgen sensata y una de las prudentes,
concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Con sencillez y humildad digamos la oración que Jesús nos enseñó: Padre nuestro.




Oración


Tú, Señor, que te complaces en habitar en los limpios y sinceros de corazón, por intercesión de santa INÉS, virgen, concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre entre nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.





Hora intermedia


Tercia

Ant.: Para mí lo bueno es estar junto a Dios, y hacer del Señor mi refugio.

LECTURA BREVE Sb 8, 21

Comprendí que no podría poseer la sabiduría si Dios no me la daba, y ya era un fruto de la prudencia saber de quién procedía esta gracia.

V. Ésta es la virgen sensata.
R. Que el Señor encontró velando.

La oración conclusiva como en las Laudes.




Sexta

Ant.: Sosténme, Señor, con tu promesa y viviré, que no quede frustrada mi esperanza.

LECTURA BREVE 1Co 7, 25

Respecto al celibato no tengo órdenes del Señor, sino que doy mi parecer como hombre de fiar que soy, por la misericordia del Señor.

V. Ésta es la virgen sensata.
R. Una del número de las prudentes.

La oración conclusiva como en las Laudes.






Nona

Ant.: Qué hermosa y resplandeciente es la generación casta.

LECTURA BREVE Ap 19,6. 7

Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo; alegrémonos y gocemos y démosle gracias, porque llego la boda del Cordero, y su esposa se ha embellecido.

V. Encontré al amor de mi alma.
R. Lo abracé y ya no lo soltaré.

La oración conclusiva como en las Laudes.






II Vísperas


HIMNO

I
Dichosa tú, que, entre todas,
fuiste por Dios sorprendida
con tu lámpara encendida
para el banquete de bodas.

Con el abrazo inocente
de un hondo pacto amoroso,
vienes a unirte al Esposo
por virgen y por prudente.

Enséñanos a vivir,
ayúdenos tu oración,
danos en la tentación
la gracia de resistir.

Honor a la Trinidad
por esta limpia victoria,
y gloria por esta gloria
que alegra a la humanidad. Amén.


II
La gracia de mujer es toda Gracia,
lirios de Dios de eterna primavera,
vosotras sois mujeres sin falacia
de encantos de virtud perecedera.

Bella es la creación que dio a estas flores
su cáliz virginal y el dulce encanto
del amor del Señor de sus amores,
eterna melodía de su canto.

Llamó el divino amor a vuestra puerta,
de par en par el corazón abristeis;
si grande fue la siembra en vuestra huerta,
frondosa es la cosecha que le disteis.

Demos gracias a Dios por las estrellas
que brillan en la noche de la vida,
es la luz de la fe que fulge en ellas
con amor y esperanza sin medida. Amén.



SALMODIA

Ant. 1. Quiero ser solamente tuya, oh Cristo esposo, a ti vengo con mi lámpara encendida.


Salmo 121
LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

Os habéis acercado al monte de Sión, ciudad
del Dios vivo, Jerusalén del cielo. (Hb 12, 22)


¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Se puede repetir la antífona.


Ant. 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. 


Salmo 126
EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS

Sois edificación de Dios. (1 Co 3, 9)

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Se puede repetir la antífona.


Ant. 3. Mi alma se siente firme, está cimentada en Cristo, el Señor. (T. P. Aleluya.)

Cántico (Ef 1, 3-10)
PLAN DIVINO DE LA SALVACIÓN

Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos consagrados
e irreprochables ante él por el amor.

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.

Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
hacer que todas las cosas
tuviesen a Cristo por cabeza,
las del cielo y las de la tierra.

Se puede repetir la antífona.



LECTURA BREVE 1Co 7, 32. 34

El célibe se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; lo mismo, la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.



RESPONSORIO BREVE

Fuera del tiempo pascual:
V. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.
R. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.

V. Van entrando en el palacio real.
R. Las traen entre alegría.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Llevan ante el Rey al séquito de vírgenes, las traen entre alegría.





CÁNTICO EVANGÉLICO

Antífona

Inés, con las manos extendidas, oraba, diciendo: «Ayúdame, Padre santo; estoy acercándome a ti, a quién tanto he amado, a quien siempre he deseado y buscado.»

Cántico de María. 
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR 
Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.


Ant. Inés, con las manos extendidas, oraba, diciendo: «Ayúdame, Padre santo; estoy acercándome a ti, a quién tanto he amado, a quien siempre he deseado y buscado.»








PRECES

Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes, a causa del reino de Dios, y supliquémosle diciendo:
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.

Señor Jesucristo, tú que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia sin mancha ni arruga,
haz que sea siempre santa e inmaculada.

Señor Jesucristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus lámparas encendidas,
no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti.

Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen guardó siempre fidelidad intacta,
concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.

Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la fiesta de santa INÉS, virgen,
concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
admite también a nuestros hermanos difuntos en el convite festivo de tu reino.

Oremos con Jesús, diciendo a nuestro Padre: Padre nuestro.


Oración


Escucha Señor, nuestras plegarias y concede a los que celebramos la virtud de santa INÉS, virgen, crecer siempre en tu amor y perseverar en él hasta el fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.








Pd:
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