¡Hola, queridos hermanos!!..
Quisiera recordarles la importancia que tiene el rezo del santo rosario.
- En principio, es una oración meditativa, pues vamos recordando la vida de Cristo, desde el vientre materno, hasta su muerte y resurrección.
- Cada vez que lo rezamos, nos introduce en un climax de paz, que ayuda a nuestra vida física y espiritual.
- El Ave María, es la oración preferida de la Madre de Dios, pues le recuerda una y mil veces, las palabras del Arcángel Gabriel, que cambiaron el rumbo de la historia de la humanidad.
- Lo podemos acompañar de cantos marianos, los cuáles nos ayudarán a introducirnos mejor en el momento de oración que iniciamos.
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Durante el reciente viaje a Polonia,
3. Hoy quiero renovar ese deseo con mayor claridad mediante dos gestos simbólicos. Dentro de poco firmaré la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae. Además, juntamente con este documento, dedicado a la oración del Rosario, proclamo el año que va desde octubre de 2002 hasta octubre de 2003 "Año del Rosario".
4. Para la exigente, pero extraordinariamente rica, tarea de contemplar el rostro de Cristo juntamente con María, ¿hay un instrumento mejor que la oración del Rosario? Con todo, debemos redescubrir la profundidad mística que entraña esta oración sencilla, tan querida para la tradición popular.
5. Os doy las gracias a vosotros, aquí presentes, y a los que en este singular día están unidos espiritualmente a mí. Gracias por la benevolencia, y especialmente por la seguridad del apoyo constante de la oración. Encomiendo este documento sobre el santo Rosario a los pastores y a los fieles de todo el mundo.
María, Reina del Santo Rosario, que está aquí representada en la hermosa imagen venerada en Pompeya, lleve a los hijos de la Iglesia a la plenitud de la unión con Cristo en su gloria.
Saludos
Saludo a los fieles de lengua española; en especial a los peregrinos de la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, de Puebla Nueva; a las corales "Ars Nova" de Plasencia y "Stella Nevadensis", de Granada, España; y a los peregrinos de la arquidiócesis de Concepción (Chile). Agradezco especialmente vuestras oraciones. Os confío este documento que producirá frutos de amor y paz. Que María, Reina del Santo Rosario, os guíe a la plenitud de la unión con su Hijo Jesucristo. Muchas gracias.
(A los eslovacos)
Durante los diversos encuentros con vosotros oigo cantar a menudo: "Señor, bendice al Santo Padre, Vicario de Cristo". Os doy las gracias por las oraciones con las que acompañáis mi ministerio de Pastor de la Iglesia católica.
(En lengua croata)
Habéis venido para estar aquí presentes en este día especial, manifestando vuestra adhesión al Sucesor de Pedro. Os saludo de corazón. Encomendándoos a todos vosotros, a vuestras familias y a todo vuestro pueblo a Aquella que en su rosario nos guía en la meditación de los misterios de Cristo y de la obra de la salvación, os imparto la bendición apostólica.
(En polaco)
La catequesis de hoy está dedicada al rezo del Rosario. Acabo de firmar la nueva carta apostólica "Rosarium Virginis Mariae", que entregaré a los pastores y a los fieles de toda la Iglesia. Además de esta carta, dedicada enteramente al Rosario, he decidido proclamar el año que va de octubre de 2002 a octubre del 2003 "Año del Rosario". Será como una prolongación mariana del gran jubileo.
Doy las gracias a todos los presentes y a los que en este día se unen a mí de modo especial para dar gracias a Dios por mis veinticuatro años de ministerio en la Iglesia en la sede del apóstol Pedro.
Os agradezco vuestra benevolencia y sobre todo el apoyo de vuestra oración. Os ruego que sigáis sosteniéndome con la oración del Rosario. Que el Año del Rosario, que viviremos juntos, produzca abundantes frutos en los corazones de todos.
(En italiano)
Saludo a los participantes en la asamblea general del Movimiento de los Focolares, acompañados de la fundadora Chiara Lubich. Os agradezco vuestra presencia y os encomiendo la tarea de llevar mi cordial saludo a todos los que pertenecen al Movimiento. Gracias por el apoyo de vuestra oración y el calor con el que siempre me acompañáis en mi compromiso apostólico por los caminos del mundo.
Dirijo ahora mi cordial bienvenida a los peregrinos de lengua italiana. En particular, saludo con afecto a mons. Domenico Sorrentino, arzobispo de Pompeya, y a los numerosos peregrinos que han querido traer la bella imagen de la Virgen, venerada en ese célebre santuario, fundado por el beato Bartolomé Longo, apóstol del rosario.
Mi pensamiento se dirige, finalmente, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. La plegaria del santo Rosario, rezada con fe y devoción cada día, os ayude a experimentar en vuestra existencia la centralidad del misterio de Jesús, redentor del hombre, y también la ternura materna de María.