que la Palabra De Dios, renueve siempre nuestros corazones y nos haga vivir nuestra cotidianidad siempre hacia el Cielo, nuestra Casa Paterna.
Aquella que Dios ha preparado para cada uno de nosotros. Vivamos con la convicción de que Dios camina con nosotros, luchemos mucho aquí, para luego, ¡disfrutar de las moradas eternas que nos ha preparado ya Papá Dios!!!
Mediten y disfruten ya la Vida Eterna que se nos ha dado, pues, nuestro Cielo, ya lo podemos degustar aquí...un poquito...y recuerden es la "puerta angosta"... el verdadero camino...
Santa y feliz meditación de los siguientes textos bíblicos...
Fuente :
Misal Romano completo.
Andrés Pardo
Madrid. 1988
B.A.C
- Apéndice IV. Leccionario de difuntos. pg. 1343.
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ÍNDICE
PARA LAS EXEQUIAS DE ADULTOS
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
5,1-12a
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
11, 25-30
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
25,1-13
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
25, 31-46
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
15,33-39; 16,1-6
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
7,11-17
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
12, 35-40
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
23, 33.39-43
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
23.44-49; 24,1-6
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
24,13-35
Lectura del santo Evangelio según San Juan
6, 37-40
Lectura del santo Evangelio según San Juan
6, 51-59
Lectura del santo Evangelio según San Juan
11, 17-27
Lectura del santo Evangelio según San Juan
11, 32-45
Lectura del santo Evangelio según San Juan
12, 23-28
Lectura del santo Evangelio según San Juan
14, 1-6
Lectura del santo Evangelio según San Juan
17, 24-26
LECTURAS BÍBLICAS. EVANGELIOS
1. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
5,1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándolos:
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán <<los hijos de Dios>>.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
2. Has escondido estas cosas a los sabios y se las has revelado a la gente sencilla
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
11, 25-30
En aquel tiempo, Jesús exclamó: -Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las ha rebelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo mas que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
3. ¡Que llega el Esposo, salid a recibirlo!
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
25,1-13
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: El Reino de los cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias, y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entro sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz: -¡Que llega el esposo salid a recibirlo!
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: -Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.
Pero las sensatas contestaron: -Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas; y se cerro la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: -Señor, señor ábrenos.
Pero él respondió: -Os lo aseguro: no os conozco.
Por tanto, velad, porque no sabeis el día ni la hora.
4. Venid vosotros, benditos de mi Padre
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
25, 31-46
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me hospedasteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme.
Entonces los justos le contestarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?
Y el rey les dirá: -Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis.
Y entonces dirá a los de su izquierda: -Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y los ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no medisteis de beber; fui forastero, y no me hospedasteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también éstos contestarán: -Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?
Y él replicará: -Os aseguro que cada vez que solo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo.
Y estos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
5. Jesús, dando un fuerte grito, expiró
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
15,33-39; 16,1-6
Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. Y a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: -Eloí, Eloí, lamá sabactaní. (que significa: dios mía, Dios mío, ¡por qué me has abandonado?)
Algunos de los presentes, al oírlo, decían: -Mira, está llamando a Elías.
Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujeto a una caña, y le daba de beber diciendo: -Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.
Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al car cómo había expirado, dijo: -Realmente este hombre era Hijo de Dios.
Pasado el sábado, María la Magdalena, María la De Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: -¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?
Al mirar vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. El les dijo: -No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el Crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron.
6. ¡Muchacho, a ti te digo, levántate!
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
7,11-17
En aquel tiempo iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando estaba cerca de la ciudad, resulto que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: -No llores.
Se acercó al ataúd (los que lo llevaban se pararon) y dijo: -¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios diciendo: -Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
7. Vosotros estad preparados
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
12, 35-40
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -Tened ceñida la cintura y encendida las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que, si supiera el dueño de la casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
8. Hoy estarás conmigo en el Paraíso
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
23, 33.39-43
Cuando llegaron al lugar llamado <<La Calavera>>, crucificaron allí a Jesús y a dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: -¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro le increpaba: -¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.
Y decía: -Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino.
Jesús le respondió: -Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.
9. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
23.44-49; 24,1-6
Era ya eso de mediodía cuando se oscureció el sol, y toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde. El velo del templo se rasgó por medio. Jesús gritó con fuerza: -Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
Y dicho esto, expiró.
Viendo lo que sucedía, el centurión glorificaba a Dios diciendo: -Realmente, este hombre era inocente.
La muchedumbre que había acudido al espectáculo, al ver lo ocurrido, se volvía a la ciudad dándose golpes de pecho. Sus conocidos se mantenían a distancia, y también las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes.
Ellas despavoridas, miraban el suelo, y ellos les dijeron: -¿Por qué buscáis entre los muertos ala que vive? No está aquí. Ha resucitado.
10. ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
24,13-35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante una dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
El les dijo: -¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí en estos días?
Él les preguntó: -¿Qué?
Ellos le contestaron: -Lo de Jesús el Nazareno, que fue un Profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro libertador de Israel. Y ya ves; hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos ha sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vivieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.
Entonces Jesús les dijo: -¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademan de seguir adelante; pero ellos le apremiaron diciendo: -Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: -Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
11. El que cree en el Hijo tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día
Lectura del santo Evangelio según San Juan
6, 37-40
En aquel tiempo dijo Jesús a la gente: Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí, no lo echaré afuera; porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
12. El que come este pan tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día
Lectura del santo Evangelio según San Juan
6, 51-59
En aquel tiempo dijo Jesús a los judíos: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo: el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.
Disputaban entonces los judíos entre sí: -¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Entonces Jesús les dijo: -Os aseguro que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. el que come mi carne y bebe mi sangre, habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come, vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron: el que come este pan vivirá para siempre.
13. Yo soy la resurrección y la vida
Lectura del santo Evangelio según San Juan
11, 17-27
Cuando Jesús llego a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judios habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: -Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
Jesús le dijo: -Tu hermano resucitará.
Marta respondió: -Sé que resucitará en la resurrección del último día.
Jesús le dice: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
Ella le contestó: -Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
14. Lázaro, ven fuera
Lectura del santo Evangelio según San Juan
11, 32-45
En aquél tiempo, cuando llego María (hermana de Lázaro) a donde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies diciéndole: -Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.
Jesús, viéndola a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozo y, muy conmovido, preguntó : ¿Dónde lo habéis enterrado?
Le contestaron: -Señor, ven a verlo.
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: -¡Como le quería!
Pero algunos dijeron: -Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?
Jesús, sollozando de nuevo, llega a la tumba. (Era una cavidad cubierta con una losa). Dice Jesús: -Quitad la losa.
Marta, la hermana del muerto, le dice: -Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.
Jesús le dice: -¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la losa. Jesús levantando los ojos a lo alto, dijo: -Padre, te doy gracias, porque me has escuchado; yo sé que tu me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tu me has enviado.
Y dicho esto, gritó con voz potente: -Lázaro, ven afuera.
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en el sudario. Jesús le dijo: -Desatadlo y dejadlo andar.
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
15. Si el grano de trigo muere, da mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según San Juan
12, 23-28
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero, si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre le premiará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: -Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.
16. En la casa de mi Padre hay muchas estancias
Lectura del santo Evangelio según San Juan
14, 1-6
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: -No perdáis la calma: creed en Dios y creed también en mí.
En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a prepararos un sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a donde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice: -Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde: -Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.
17. Este es mi deseo: que estén donde yo estoy
Lectura del santo Evangelio según San Juan
17, 24-26
En aquel tiempo, elevando los ojos al cielo, Jesús oró diciendo: -Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde yo estoy, y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tu me enviaste. Les he dado a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías este con ellos, como también yo estoy en ellos.
NOTA
Si gustas, puedes también meditar los sgtes. textos bíblicos :
I. MEDITANDO LA MUERTE. Lecturas bíblicas del Antiguo Testamento
II. MEDITANDO LA MUERTE. Lecturas bíblicas del Nuevo Testamento
III. MEDITANDO LA MUERTE. Lecturas bíblicas. Salmos Responsoriales
IV. MEDITANDO LA MUERTE. Lecturas bíblicas. Aleluya y versículos antes del Evangelio
V. MEDITANDO LA MUERTE. Lecturas bíblicas. Evangelios
VI. MEDITANDO LA MUERTE. Lecturas bíblicas. Exequias niños
San José, Patrono de la buena muerte...
ruega por nosotros, que recurrimos a ti.